martes, 25 de abril de 2017

La Protección del cuerpo humano



LA PROTECCIÓN DEL CUERPO HUMANO: LAS BARRERAS EXTERIORES Y EL SISTEMA INMUNITARIO

Fisiología del sistema inmunitario

Explicaremos cómo funciona, es decir cómo responde a los agentes extraños. Lo hace a 2 niveles, la inmunidad inespecífica y la inmunidad específica.

Inmunidad inespecífica

La inmunidad inespecífica es una respuesta primaria contra cualquier agente extraño, que proporciona protección inmediata cuando éste penetra en el organismo.

Cuando se detecta este agente, los macrófagos se dirigen al lugar afectado y, una vez reconocido como tal extraño, lo tragan mediante sus pseudópodos, lo digieren y lo destruyen en un proceso que se llama fagocitosis.

Si con esa respuesta no basta para acabar con los intrusos, los macrófagos vierten determinadas sustancias químicas al medio, que provocan inflamación local y atraen a los neutrófilos, a los monocitos ya los eosinófilos.

Antes de seguir adelante, es conveniente responder a la siguiente pregunta: ¿cómo se produce la inflamación?

El mecanismo por el que se produce la inflamación es sencillo: cuando un agresor lesiona un tejido, las células de éste liberan diversas sustancias químicas, entre las cuales está la histamina. Estas sustancias, llamadas mediadores de la inflamación, transmiten la sensación de dolor a las terminaciones nerviosas, atraen a los glóbulos blancos, dilatan las pequeñas arterias y aumentan la permeabilidad de los capilares. La dilatación de los vasos sanguíneos o vasodilatación hace que llegue más sangre a la zona y el aumento de permeabilidad de los capilares permite que el plasma y los leucocitos rezumen a través de ellos y puedan desplazarse hacia el espacio intercelular de la zona lesionada. Allí los leucocitos se enfrentarán con el agresor.

La gran afluencia de sangre hace que la zona inflamada esté más caliente y enrojecida. El plasma se acumula, produciendo una hinchazón característica. Por otro lado, el resultado de estas luchas entre agresores biológicos y leucocitos es una cierta cantidad de bacterias muertas, de leucocitos muertos y de restos tisulares. Si se acumulan muchos de ellos se formará una sustancia blancuzca, espesa y maloliente, llamada pus. Si hay mucha, se creará una cavidad en el tejido, que puede llegar a ser de centímetros de diámetro, lo que denominamos un absceso.

En la inmunidad inespecífica participan también otras células que estimulan la inflamación, y diferentes proteínas circulantes:

  • Interferones, que ayudan a defenderse de las infecciones víricas. 
  • Transferrina, que impide que las bacterias capten el hierro que necesitan para multiplicarse.
  • Las proteínas del complemento, un sistema complejo de enzima que pueden romper por sí mismas las membranas bacterianas o bien pueden marcar a los agentes invasores como extraños, facilitando la fagocitosis por parte de los neutrófilos y los macrófagos.


Inmunidad específica

La inmunidad específica es una respuesta diseñada para destruir o para bloquear a un agente extraño concreto y determinado.

Es un conjunto de actuaciones más intenso, más rápido y más efectivo que el anterior, pero que necesita un aprendizaje previo. Este tipo de inmunidad se va adquiriendo a lo largo de la vida, como consecuencia de la exposición a agentes que han ido atacando al cuerpo con cierta eficacia. Tiene 2 pilares o 2 tipos de respuesta, el basado en anticuerpos y el basado en células. Veamos primero qué son los antígenos y los anticuerpos.


Un antígeno

Es cualquier molécula reconocida como extraña por el sistema inmunitario y que provoca la respuesta de éste.

Infinidad de moléculas pueden actuar como antígenos: una parte de la membrana de una bacteria, de un hongo, de un virus, de un parásito, la toxina segregada por éstos, una sal metálica, un compuesto químico complejo, etc. También pueden ser antígenos las células tumorales del propio cuerpo o, en los trastornos del sistema inmunitario, sus mismas células normales.


Un anticuerpo 

Es una molécula capaz de reconocer específicamente a un antígeno extraño determinado.


Ésa es la cualidad más destacable de los anticuerpos: que sólo reaccionarán con un antígeno, el que ha generado su síntesis, como una llave con su cerradura



El anticuerpo se asociará al antígeno, neutralizándolo y eliminando así sus riesgos. Existen dos mecanismos por los cuales los anticuerpos pueden eliminar a las células agresoras: se fijan a su membrana citoplásmica y la rompen (el término técnico es lisis) o bien facilitan la fagocitosis, actuando como marcadores de la célula invasora o facilitando la fijación de las células fagocíticas a ella.

La síntesis de anticuerpos es responsabilidad de un grupo concreto de linfocitos, los linfocitos B, que los fabrican y los liberan al líquido circulante.


Los anticuerpos

Los anticuerpos también llamados inmunoglobulinas o incluso gammaglobulinas, son proteínas elaboradas por los linfocitos B y distribuidas por todos los líquidos del organismo. Existen 5 tipos de inmunoglobulinas, con funciones distintas, aunque todas ellas tienen una misma estructura básica en forma de Y.

La base de la Y es el fragmento constante, que determina el tipo de inmunoglobulina, mientras que la parte superior corresponde al fragmento variable, mediante el cual el anticuerpo se une al antígeno concreto. Esta variabilidad hace posible que haya tantos anticuerpos diferentes.

Los 5 tipos son los siguientes:

  • IgG (inmunoglobulina G). Es el anticuerpo más abundante, el 75 % del total, y está ampliamente distribuido fuera de los vasos sanguíneos. Es el anticuerpo principal de la respuesta inmunitaria secundaria, porque es el más capaz de unirse específicamente a un antígeno concreto.
  • IgM. Supone un 5-10 % de los anticuerpos. Es el anticuerpo que se produce ante la primera exposición a un antígeno (la respuesta inmune primaria). Por su gran tamaño, su actuación se restringe al espacio intravascular.
  • IgA. Supone entre un 10 y un 15 % de los anticuerpos. Es el principal anticuerpo en las secreciones mucosas: lágrimas, moco nasal, saliva y vías respiratorias, digestivas, urinarias y genitales. También se encuentra en la leche materna, siendo absorbida por el tubo digestivo del lactante para colaborar en su defensa inmunitaria primaria.
  • IgD. Muy escasa menos del 0,5 % de los anticuerpos. Se encuentra libre en la sangre y también adosada a la membrana de los linfocitos B inmaduros. Parece que actúa como receptor antigénico, que ayuda a activar estos linfocitos y también a suprimirlos cuando es necesario.
  • IgE. Escasísima (alrededor del tres por cien mil de los anticuerpos). Protege frente a los helmintos parásitos (desde la fasciola hasta las tenias), al acelerar la inflamación aguda contra ellos. Pero también es mediadora en reacciones alérgicas, como la fiebre del heno, el asma extrínseca, la dermatitis atópica o el choque anafiláctico. Lo hace interactuando con basófilos y mastocitos.


LAS RESPUESTAS ESPECÍFICAS

Forman un sistema aún más complejo que la respuesta inespecífica, explicada anteriormente. Por ejemplo, constan de un billón de células y de cien trillones de anticuerpos distintos.

Para poder llevarse a cabo, las respuestas específicas deben poder distinguir entre células propias y células extrañas, a fin de eliminar sólo a estas últimas. El reconocimiento por el sistema inmunitario propio depende de que las células porten en su superficie un conjunto de moléculas particulares, dotadas de carácter antigénico; son los antígenos de histocompatibilidad.

Aún se usa el término antiguo inmunidad humoral, aunque se sabe que su actuación es responsabilidad de los linfocitos B. La presencia de los antígenos estimula a los linfocitos B y éstos se transforman en células plasmáticas, capaces de producir anticuerpos y liberarlos al medio. Cada célula plasmática puede producir hasta dos mil moléculas de anticuerpo por segundo.

Algunos de estos linfocitos B se transformarán en células con memoria específicas, que guardarán la información contra aquel antígeno. Estas células viven muchos años, de manera que si aquel antígeno entra por segunda vez en el organismo, las células con memoria lo reconocerán, se multiplicaran rápidamente y producirán una respuesta inmunitaria más intensa y rápida que la del primer encuentro.

En la práctica, la sucesión de hechos es la siguiente:
Después de la primera exposición a un antígeno la respuesta inmunitaria tarda entre 2 y 4 días en aparecer. Este plazo es el período de latencia, durante el cual los antígenos son procesados por los linfocitos T y presentados a los linfocitos B, a fin de estimularlos a diferenciarse en células plasmáticas. Entonces surge la respuesta primaria, un aumento rápido de la concentración de anticuerpos en el suero, constituida principalmente por IgM.
Esta alta concentración se mantiene durante unas semanas. Mientras tanto se establece la memoria inmunitaria.

Cuando ocurre una nueva exposición a aquel antígeno se da una respuesta secundaria, de latencia más corta y producción de anticuerpos más rápida e intensa. El principal anticuerpo es en este caso la inmunoglobulina G (lgG).


La respuesta basada en células

Es responsabilidad de los linfocitos T, los cuales en respuesta a una célula extraña fabrican unas proteínas similares a los anticuerpos, pero que en lugar de liberarlas al medio, las dejan ancladas en su membrana. De esta forma, los linfocitos T podrán reconocer a las células eucariotas que penetren en el organismo y destruirlas o fagocitarlas. En el concepto de células extrañas incluimos a las invasoras y a las células propias alteradas por una infección vírica o por un tumor. Los linfocitos T son también los responsables del rechazo de los trasplantes y de las incompatibilidades de las transfusiones sanguíneas. Hay diferentes variantes de linfocitos T, las más importantes son las siguientes:

  • Linfocitos T citotóxicos: Destruyen las células que tienen un determinado antígeno en su superficie: cancerosas, infectadas por un virus, transplantadas o transfundidas, etc.
  • Linfocitos T4, cooperadores (helpers): Liberan linfocinas e interleucinas, unas moléculas que atraen a los leucocitos fagocitadores y después estimulan su multiplicación. Además, las linfocinas provocan la transformación de los linfocitos B en células plasmáticas.
  • Linfocitos T8, supresores: Reducen y detienen la respuesta inmunitaria, algo que es útil cuando los linfocitos se dirigen contra elementos del propio organismo.


PATOLOGÍA DEL SISTEMA INMUNITARIO

1. Las Alergias

La alergia o hipersensibilidad es la reacción inapropiada o excesiva del organismo contra elementos extraños, de manera que la propia reacción inmunitaria puede dañar los tejidos.

La posibilidad de sufrir una hipersensibilidad depende tanto de la persona como del elemento extraño concreto.

Las personas atópicas son más propensas a padecer alergias. La atopia afecta a cerca del 10 % de la población, con reacciones generalmente leves. Al parecer, es una predisposición genética, porque los hijos o hijas de padre o madre alérgicos tienen un 30 % de posibilidades de sufrir la enfermedad. Asimismo, es habitual que la misma persona sea alérgica a varios productos y también que en diferentes momentos de su vida sufra diversas variantes de alergia.

Algunos agentes extraños, como el polen o los ácaros del polvo, provocan estas reacciones con más frecuencia. Todos ellos son poco peligrosos o incluso inocuos para la mayoría de las personas.
El mecanismo de la hipersensibilidad es similar al de las reacciones inmunitarias corrientes.

La primera etapa es la sensibilización al alérgeno.

Comienza con la entrada de éste, generalmente a través de las mucosas.
Estos alérgenos inducen la formación de enormes cantidades de anticuerpos IgE, que se unen a ellos.
Se pone en marcha la diferenciación de linfocitos B reactivos a ese alérgeno; serán las células plasmáticas secretoras de IgE.


La segunda etapa es la de respuesta.

Las exposiciones posteriores al alérgeno provocan la formación de complejos antígeno-anticuerpo.
Éstos se fijan a la superficie del mastocito o basófilo, lo que provoca el vaciado de los gránulos de histamina y otros mediadores.
Eso lleva a una inflamación intensa, que lesiona los tejidos, causando las manifestaciones de las reacciones alérgicas.

Entrada del alérgeno y formación de IgE frente a él.

Segunda entrada del alérgeno que provoca el vaciado de mediadores de la inflamación.

Existen 5 tipos de reacciones de hipersensibilidad distintas, cada una de las cuales con sus células y sus anticuerpos específicos. Las enfermedades alérgicas más comunes afectan a la piel y a las vías respiratorias. Incluimos la anafilaxia porque es una situación de emergencia.

Los diferentes tipos de reacciones de hipersensibilidad pueden ser:

  • Dermatitis atópica: Causa una erupción en la piel, con vesículas, pápulas y costras, y con picor mantenido.
  • Dermatitis por contacto: Causa una inflamación de la piel en el área que ha estado en contacto con el alérgeno. Los causantes pueden ser metales, pinturas, cosméticos, plantas... Es muy común la dermatitis por níquel, incluso cuando está aleado con oro.
  • Urticaria: En ella la inflamación afecta a la dermis, causando una erupción cutánea, con pequeños habones de límites netos, casi siempre con enrojecimiento y picor.
  • Rinitis alérgica: Esta inflamación de la mucosa nasal produce congestión, disnea por obstrucción nasal, ojos rojos y llorosos, rinorrea acuosa y crisis de estornudos.
  • Angioedema: Es una vasodilatación localizada, que puede afectar a la piel o a las mucosas. Causa una tumefacción indolora, circunscrita y transitoria, que desaparece espontáneamente. La situación será muy distinta, una verdadera emergencia, cuando el angioedema afecte a la mucosa de la laringe, porque la tumefacción ocluirá el paso del aire, pudiendo llevar a la muerte por asfixia.
  • Asma bronquial: Consiste en crisis repetidas de inflamación bronquial, con disnea por obstrucción del flujo aéreo, especialmente el espiratorio. Entre las crisis la función bronquial es normal.
  • Anafilaxia: Es una reacción alérgica general, con liberación de una cantidad enorme de sustancias vasodilatadoras. Éstas producen una hipotensión arterial tan intensa que suele llevar al choque (llamado choque anafiláctico), con riesgo de muerte. Puede ocurrir después de hechos tan aparentemente leves como la picadura de una abeja o la inyección de penicilina o de uno de sus derivados.

Estas enfermedades no pueden curarse, ya que no podemos evitar la actuación anómala del sistema inmunitario. Pero sí que podemos atenuar sus manifestaciones e incluso prevenir nuevas crisis. Evidentemente es imprescindible evitar la exposición al alérgeno provocador, una vez que se lo ha identificado. En algunos casos se recurre a la hiposensibilización por administración repetida de pequeñas cantidades del alergeno responsable, de modo que su presencia continuada desencadene la tolerancia inmunológica.


2. Las Enfermedades Autoinmunitarias

Las enfermedades autoinmunitarias son aquellas en las que el sistema inmunitario identifica como ajeno algún componente del propio organismo y lo ataca.

La causa se encuentra en la confusión entre los antígenos de las propias células y los antígenos foráneos. El origen de la confusión puede estar en la alteración de las células propias o bien en la alteración de la respuesta inmunitaria.

Algunos ejemplos de enfermedades autoinmunes son:

  • Tiroiditis autoinmunitaria: Aparecen anticuerpos contra el tejido tiroideo, que se inflama y acaba destruido, llevando al hipotiroidismo. Es más común entre las mujeres.
  • Artritis reumatoide: Se manifiesta como una inflamación de las articulaciones pequeñas, en las muñecas, las manos, los tobillos y los pies, y también en las rodillas, casi siempre de manera simétrica. Se va haciendo paulatinamente más grave. Sus manifestaciones más comunes son el dolor, la inflamación y la rigidez prolongada después de unas horas de descanso, pero también se da lesión pulmonar, neurológica y cardiovascular. Afecta aproximadamente al 1'5 % de la población y es 3 veces más frecuente entre las mujeres que entre los hombres. Suele comenzar entre los 25 y los 55 años.



3. La Inmunodepresión

La inmunodepresión o inmunodeficiencia es la incapacidad del sistema inmunitario para ofrecer una protección adecuada contra los agentes externos.

Puede ser una enfermedad congénita o adquirida. Como consecuencia de la inmunodepresión, unos gérmenes que normalmente no supondrían un peligro grave (el hongo Cándida albicans, los virus de la gripe o del resfriado, por poner algunos ejemplos) podrán causar enfermedades graves o incluso mortales. Estos gérmenes que se convierten en peligrosos cuando la persona está inmunodeprimida son los gérmenes oportunistas.

Cualquier persona puede sufrir una inmunodepresión leve y transitoria y eso explicaría por qué a ella la infectan unos gérmenes que no infectan al resto del grupo.

Algunas causas de inmunodepresión leve son:

  • No haber dormido las horas necesarias.
  • Haber bebido una cantidad considerable de alcohol.
  • No alimentarse adecuadamente, aun sin llegar a la desnutrición clara.
  • Las enfermedades que impiden una oxigenación adecuada del cuerpo.
  • La infancia (por la inmadurez del sistema) y la vejez (por la disminución de la eficacia del sistema, añadida a las enfermedades y trastornos físicos que suelen acompañarla).

La inmunodepresión importante ya es, por supuesto, más grave.
Algunas de sus causas son:

  • La desnutrición clara.
  • El déficit congénito de elementos que participan en los mecanismos de defensa.
  • Los tumores de las células participantes en los mecanismos de defensa, es decir, las leucemias y los linfomas; o las infecciones que alteran estas células de defensa (el sida y otros).
  • Cualquier enfermedad grave (como un cáncer avanzado), y algunas enfermedades endocrinas, como la diabetes mellitus, el hipotiroidismo y la insuficiencia suprarrenal.
  • Algunos fármacos. Por ejemplo, los corticoides inhiben la inflamación y la formación de anticuerpos.



EL SIDA

El sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) es la enfermedad causada por la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Este virus ataca a los linfocitos T cooperadores, lo que obstaculiza la reacción del sistema inmunitario.

Poco después de la infección, la persona elabora anticuerpos contra el VIH y por eso decimos que es seropositiva. Durante los primeros meses o años la persona no nota alteraciones; éstas aparecen cuando la concentración de linfocitos T cooperadores desciende a menos de 200/mm3 de sangre, ya incapaz de proporcionar una respuesta inmunitaria adecuada. Así que con el tiempo aparecen: Infecciones diversas por gérmenes oportunistas, en el pulmón, en el aparato digestivo, en la piel, en las mucosas... Cánceres (linfomas, sarcoma de Kaposi, cáncer de cérvix). Alteraciones neurológicas, como la demencia del sida.

Es importante dilatar al máximo el intervalo entre la infección y la aparición de manifestaciones (entre la seropositividad y el sida).

Las siguientes actuaciones son útiles en ese sentido:

  • Mantener una vida saludable: ocho horas de sueño, ejercicio físico frecuente, pero ajustado a las capacidades propias, continuar con la actividad laboral, seguir una dieta adecuada...
  • Cuidar de las preocupaciones y los miedos y acudir al profesional cuando sea necesario: abordar el miedo al rechazo, ayudar a comunicar la situación a los familiares y las amistades, resolver dudas de la convivencia cotidiana.
  • Mantener y potenciar sus relaciones sociales mientras sea posible. Usar los recursos sociales disponibles si se necesitan.
  • Recibir las vacunas apropiadas.
  • Prevenir, detectar y tratar las infecciones que vayan apareciendo.
  • Procurar seguir el tratamiento antirretrovírico.
Por lo que se refiere a la transmisión del VIH, la persona portadora elimina virus a través de la sangre, la saliva, las secreciones vaginales, el semen y la leche materna; por eso, la infección se transmite mediante la sangre y sus derivados, las relaciones sexuales y desde la madre, durante el embarazo, el parto o la lactancia.

En España van reduciéndose los contagios entre drogodependientes, pero aumenta el contagio por relaciones heterosexuales sin protección (más de la mitad de las mujeres infectadas lo han sido por esta vía). La tercera vía más común de transmisión son las relaciones homosexuales entre hombres.

La vía más eficaz para reducir la expansión del sida es la prevención primaria: los mejores consejos sanitarios en este sentido son la fidelidad de la pareja y el uso de preservativos. También es recomendable la circuncisión, porque reduce a la mitad el riesgo de infección en las relaciones heterosexuales.

INMUNIZACIÓN E INMUNOSUPRESIÓN

1. INMUNIZACIÓN

Ya has aprendido que la inmunidad forma parte de los mecanismos de defensa del organismo contra los agentes externos. Pero muchas de las infecciones a las que estamos expuestos son demasiado peligrosas para que baste con esperar a que nuestro sistema de defensa natural se enfrente a ellas. Y por eso es muy útil recurrir a la inmunidad artificial que logramos mediante la inmunización.

La inmunización es el conjunto de procedimientos dirigidos a lograr que la persona mejore sus mecanismos de defensa contra la infección.

Estos procedimientos de inmunización son la quimioprofilaxis, la inmunización activa y la inmunización pasiva.


La quimioprofilaxis 

Consiste en administrar sustancias químicas que destruyan el agente infeccioso que tiene muchas probabilidades de infectar al hospedador.

Son ejemplos de quimioprofilaxis la administración de antibióticos antes de la intervención quirúrgica, sulfamidas a las personas próximas a alguien que sufre meningitis, antiparasitarios, antivíricos, etc. Hablando estrictamente, no refuerza la inmunidad, pero sí que ayuda a reducir el riesgo de infecciones.


La inmunización activa o vacunación

Consiste en administrar a la persona derivados de un agente infeccioso, que actúan como antígenos sin causarle enfermedad.

Los antígenos administrados provocan la aparición de células con memoria específicas y la fabricación de anticuerpos. Como hemos explicado, cuando llegue el agente infeccioso real, unos y otros lo destruirán antes de que pueda infectar. En lenguaje técnico, diremos que la persona habrá adquirido inmunidad y será inmune a esa enfermedad. En algunas vacunas se administran fragmentos de agentes infecciosos, pero en otras se administran gérmenes vivos, pero atenuados (debilitados), como en el sarampión, la parotiditis, la poliomielitis oral, la rubéola o la tuberculosis. Otras vacunas contienen gérmenes muertos o inactivados, como ocurre con la tos ferina, la gripe, la poliomielitis inyectable, la rabia o la hepatitis B. Otras veces se administran toxoides, que son sustancias tóxicas elaboradas por bacterias y manipuladas después para disminuir su poder infeccioso; así ocurre con el tétanos o la difteria.



La inmunización pasiva

Se denomina inmunización pasiva a la inyección directa a la persona de anticuerpos contra un agente infeccioso concreto, que tenga grandes posibilidades de infectarla.

Si este agente entra, los anticuerpos ayudarán a destruirlo antes de que pueda diseminarse e infectar. El ejemplo más común es el de la gammaglobulina antitetánica. Recuerda que gammaglobulina es sinónimo de anticuerpo. La diferencia más importante entre la inmunización activa y la pasiva es que la primera confiere una inmunidad lenta (tarda unas semanas en actuar), pero duradera, mientras que la segunda la ofrece inmediatamente, pero transitoria, porque desaparece en unos quince días.


2. INMUNOSUPRESIÓN

La inmunosupresión es la depresión del sistema inmunitario buscada artificialmente. Su objetivo es inhibir la actividad inmunitaria, cuando ésta sea la responsable de la enfermedad de la persona.

Algunas situaciones en las que se aplica la terapia inmunosupresora son:

  • Para evitar el rechazo de un órgano trasplantado.
  • Cuando se sufre una enfermedad autoinmunitaria.
  • Cuando se sufre una leucemia o un linfoma (un cáncer de leucocitos).

Es una terapia arriesgada porque no deprime sólo determinada actividad inmunitaria, sino todo el sistema en general, aumentando el riesgo de infecciones, y además tiene sus efectos secundarios: la caída del cabello, úlceras digestivas... A largo plazo aumenta el riesgo de cánceres.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.