lunes, 24 de abril de 2017

La Inmunidad


LOS SISTEMA DE PROTECCIÓN DEL CUERPO HUMANO

Los agentes externos son todo aquello extraño al organismo, gérmenes patógenos u objetos inertes que atacan continuamente a nuestro organismo.

El organismo se defiende de ellos mediante un sistema organizado en dos niveles:

  1. Nivel externo de protección.
  2. Nivel interno: sistema inmunitario.


1. EL NIVEL EXTERNO DE PROTECCIÓN

El nivel externo de protección es donde está la primera línea defensiva contra la entrada de
agentes externos.

Está formada por:

  • La piel.
  • Las mucosas.
  • Las enzimas del estómago.
  • La flora bacteriana autóctona




LA PIEL

La piel es una capa delgada y flexible que recubre todo nuestro cuerpo.
Contribuye a la defensa frente a la entrada de cuerpos extraños a través de varias actuaciones combinadas:

  • Evita muchas lesiones mecánicas, térmicas, físicas y químicas.
  • Es poco permeable al agua y evita la pérdida de líquidos.
  • Protege de las lesiones solares a través los melanocitos, que son las células que sintetizan la melanina. Este pigmento filtra los rayos UVA, de forma que cuanto más sol se toma (en principio) más melanina se segrega, y esto da el aspecto oscurecido a la piel. Los nevus, efélides, léntigos y demás lesiones hiperpigmentadas deben su color a la melanina. Con el tiempo la agresión solar siempre pasa factura con signos evidentes de fotoenvejecimiento como léntigos y arrugas y puede provocar lesiones cancerosas muy graves.


La piel también impide la penetración de gérmenes por sus características bioquímicas: ph ligeramente ácido, y los ácidos grasos segregados por las glándulas sebaceas que tienen cierta naturaleza bactericida y fungicida.


No olvides entonces que una herida es una puerta abierta a cualquier germen patógeno y debemos curarla y desinfectarla cuanto antes.


LAS MUCOSAS

Las mucosas son las capas capaces de segregar moco para que estén continuamente humedecidas.
Tapizan la mayoría de los orificios naturales del cuerpo: la boca, las fosas nasales, la conjuntiva, la vagina y el ano.
Son una barrera mecánica pero menos eficaz que la piel, pues es más delgada y su humedad facilita el crecimiento de los gérmenes.
Tienen mecanismos suplementarios de defensa, como: La secreción de lisozima.

Complementada con acciones mecánicas como:
  • La tos o el estornudo que expulsan partículas de polvo y gérmenes atrapados en el moco.
  • La expulsión de la orina, también arrastra las bacterias que hayan logrado invadir el tracto urinario.


LAS ENZIMAS DEL ESTÓMAGO Y LA FLORA BACTERIANA AUTÓCTONA

El pH ácido del estómago y sus enzimas son capaces de digerir los alimentos y de destruir muchos microorganismos


La flora bacteriana es el conjunto de bacterias y hongos que residen en nuestra piel y en nuestras mucosas y dificultan la infección por otras bacterias u hongos.


2. EL NIVEL INTERNO DE PROTECCIÓN

A pesar de la defensa externa, los agentes patógenos externos atraviesan esas barreras y es entonces cuando nuestro sistema inmunitario debe defenderse.

El sistema inmunitario

El sistema inmunitario nos proporciona la inmunidad y es una unidad funcional más que anatómica porque sus componentes, los órganos linfoides y leucocitos están dispersos o pertenecen a otros aparatos del organismo.

La inmunidad es el conjunto de respuestas dirigidas a neutralizar a los agentes extraños que hayan superado las barreras exteriores.

Queda entonces claro que los componentes del sistema inmunitario son:
  • Los órganos linfoides y los leucocitos.
  • El sistema linfático como auxiliar del aparato circulatorio.
  • El sistema linfático está formado por unos conductos o vasos linfáticos, por los que circula un líquido llamado linfa.


Los vasos linfáticos

A diferencia de los vasos sanguíneos, que forman un circuito cerrado, los vasos linfáticos semejan un conjunto de raíces que terminan en dos troncos. El sistema se inicia en una red de finísimos capilares linfáticos, especialmente abundantes en el tejido subcutáneo o en el aparato digestivo. Se van uniendo en conductos cada vez más gruesos y que acaban confluyendo en dos grandes vasos: el conducto torácico y la gran vena linfática, que vierten la linfa en sendas venas.

El sistema linfático no tiene una bomba impulsora y por eso la linfa circula muy despacio. Para evitar que la linfa retroceda, los vasos linfáticos tienen en su interior abundantes válvulas.


La linfa

Es un líquido amarillento, derivado del líquido intercelular y con abundantes proteínas grandes y leucocitos. La acumulación de linfa en un área concreta constituye un edema linfático.


Los ganglios linfáticos 

El ganglio linfático está rodeado por una cápsula fibrosa, que se extiende formando trabéculas. La sustancia del ganglio linfático se divide en una corteza exterior y una médula interior. La médula se pone en contacto directo con la superficie a través del hilio.


Las funciones más importantes del sistema linfático son las siguientes:

Circulatoria

Actúa como un sistema auxiliar del aparato circulatorio, transportando líquidos, células y moléculas disueltas. Es imprescindible porque no todo el líquido que sale de los capilares sanguíneos puede volver a él; este líquido queda en el espacio entre las células, llamado intersticio de ahí el nombre de líquido intersticial y después es recogido en los vasos linfáticos y reconducido hacia el aparato circulatorio.

De absorción

Una parte importante de las grasas digeridas en el intestino delgado van a la linfa y no a la sangre. La linfa terminará conduciéndolas al flujo sanguíneo.


ANATOMÍA DEL SISTEMA INMUNITARIO

El sistema inmunitario está formado por varios órganos linfoides, intercomunicados por vasos sanguíneos y linfáticos, y por un grupo de células, los leucocitos. Éstos recorren todo el organismo, por dentro de los vasos y entre las células, para defender al organismo en el lugar y en el momento necesario.


Los órganos del sistema inmunitario

Los órganos linfoides son los encargados de producir las “células defensoras”.

Agrupamos estos órganos en centrales y periféricos.

Los órganos centrales: Son la médula ósea y el timo. Están bien localizados en el
organismo.

  • La médula ósea roja: Está en el interior de las epífisis de los huesos largos. En ella se encuentran las células madre, a partir de las cuales se desarrollan, se diferencian y maduran los hematíes, las plaquetas y los linfocitos B.
  • El timo: Es un órgano triangular plano, situado en el tórax, detrás del esternón y por encima del corazón. En él tiene lugar la diferenciación de un grupo de leucocitos, los linfocitos que se convertirán en linfocitos T. Alcanzan su volumen máximo en la pubertad.


Los órganos periféricos: Son el bazo, los ganglios linfáticos y los folículos linfoides. En ellos las células defensoras, ya diferenciadas, entran en contacto con el agente extraño, reaccionan y proliferan.

  • Los ganglios linfáticos: Tienen forma de habichuela y una longitud de entre 2 y 25 mm, según las circunstancias. Tenemos entre quinientos y mil en todo el cuerpo intercalados en el trayecto de los vasos linfátcos; abundan más en el cuello, en las axilas, en la fosa cubital en la ingle y en el hueco poplíteo. En los ganglios se filtra la linfa circulante y se eliminan los microorganismos que transporta. Por eso toda la linfa ha de pasar al menos por un ganglio antes de incorporarse a la sangre venosa. En los ganglios también se reproducen rápidamente los linfocitos, para responder a los agentes extraños.
  • El bazo: Es un órgano rojo oscuro, ovoide y aplanado, situado en la parte izquierda superior del abdomen, bajo el diafragma. Comparte con los ganglios linfáticos las tareas de filtrar el líquido circulante, para eliminar gérmenes, y de formar linfocitos específicos T y B. Además cumple otras funciones, como destruir hematíes viejos y defectuosos y ser un depósito dinámico de sangre, que la liberará a las venas cuando el organismo la precise.
  • Los folículos linfoides: Son cúmulos de tejido linfático no encapsulados. Están por todo el organismo, especialmente bajo las membranas mucosas. Su papel es detectar precozmente a los agentes externos que penetren por esos puntos.


Las células: los leucocitos

Los leucocitos son las células inmunitarias porque participan en los mecanismos de defensa del organismo, ya sea reconociendo los agentes agresores y atacándolos mediante proteínas o actuando directamente para destruir los microbios.

Existen diferentes tipos de leucocitos, cada uno con unas funciones determinadas:

  • Los neutrófilos: Son los más abundantes Se desplazan fuera de los vasos y entre las células usando pesudópodos. Forman la primera linea de defensa: destruyen químicamente y fagocitan las bacterias, los cuerpos extraños, las células muertas y los trombos. Su número aumenta cuando hay infecciones bacterianas agudas contra las cuales el cuerpo responde bien. Los leucocitos muertos y los restos forman el llamado pus.
  • Los eosinófilos: Fagocitan los complejos antígeno-anticuerpo. Aumentan durante los procesos alérgicos y también en las infecciones por gusanos.
  • Los basófilos: Intervienen en la inflamación y en la producción de reacciones alérgicas. Los mastocitos son células relacionadas con ellos.
  • Los monocitos: Cuando salen de la sangre y se establecen en los tejidos se transforman en macrófagos. Estos se encargan de la inmunidad inespecífica: de fagocitar cualquier material extraño, como bacterias, células deterioradas o células tumorales.
  • Los linfocitos: Funcionalmente se separan en varias clases, de las cuales los más importantes son los T y los B.


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