martes, 25 de abril de 2017

La Protección del cuerpo humano



LA PROTECCIÓN DEL CUERPO HUMANO: LAS BARRERAS EXTERIORES Y EL SISTEMA INMUNITARIO

Fisiología del sistema inmunitario

Explicaremos cómo funciona, es decir cómo responde a los agentes extraños. Lo hace a 2 niveles, la inmunidad inespecífica y la inmunidad específica.

Inmunidad inespecífica

La inmunidad inespecífica es una respuesta primaria contra cualquier agente extraño, que proporciona protección inmediata cuando éste penetra en el organismo.

Cuando se detecta este agente, los macrófagos se dirigen al lugar afectado y, una vez reconocido como tal extraño, lo tragan mediante sus pseudópodos, lo digieren y lo destruyen en un proceso que se llama fagocitosis.

Si con esa respuesta no basta para acabar con los intrusos, los macrófagos vierten determinadas sustancias químicas al medio, que provocan inflamación local y atraen a los neutrófilos, a los monocitos ya los eosinófilos.

Antes de seguir adelante, es conveniente responder a la siguiente pregunta: ¿cómo se produce la inflamación?

El mecanismo por el que se produce la inflamación es sencillo: cuando un agresor lesiona un tejido, las células de éste liberan diversas sustancias químicas, entre las cuales está la histamina. Estas sustancias, llamadas mediadores de la inflamación, transmiten la sensación de dolor a las terminaciones nerviosas, atraen a los glóbulos blancos, dilatan las pequeñas arterias y aumentan la permeabilidad de los capilares. La dilatación de los vasos sanguíneos o vasodilatación hace que llegue más sangre a la zona y el aumento de permeabilidad de los capilares permite que el plasma y los leucocitos rezumen a través de ellos y puedan desplazarse hacia el espacio intercelular de la zona lesionada. Allí los leucocitos se enfrentarán con el agresor.

La gran afluencia de sangre hace que la zona inflamada esté más caliente y enrojecida. El plasma se acumula, produciendo una hinchazón característica. Por otro lado, el resultado de estas luchas entre agresores biológicos y leucocitos es una cierta cantidad de bacterias muertas, de leucocitos muertos y de restos tisulares. Si se acumulan muchos de ellos se formará una sustancia blancuzca, espesa y maloliente, llamada pus. Si hay mucha, se creará una cavidad en el tejido, que puede llegar a ser de centímetros de diámetro, lo que denominamos un absceso.

En la inmunidad inespecífica participan también otras células que estimulan la inflamación, y diferentes proteínas circulantes:

  • Interferones, que ayudan a defenderse de las infecciones víricas. 
  • Transferrina, que impide que las bacterias capten el hierro que necesitan para multiplicarse.
  • Las proteínas del complemento, un sistema complejo de enzima que pueden romper por sí mismas las membranas bacterianas o bien pueden marcar a los agentes invasores como extraños, facilitando la fagocitosis por parte de los neutrófilos y los macrófagos.


Inmunidad específica

La inmunidad específica es una respuesta diseñada para destruir o para bloquear a un agente extraño concreto y determinado.

Es un conjunto de actuaciones más intenso, más rápido y más efectivo que el anterior, pero que necesita un aprendizaje previo. Este tipo de inmunidad se va adquiriendo a lo largo de la vida, como consecuencia de la exposición a agentes que han ido atacando al cuerpo con cierta eficacia. Tiene 2 pilares o 2 tipos de respuesta, el basado en anticuerpos y el basado en células. Veamos primero qué son los antígenos y los anticuerpos.


Un antígeno

Es cualquier molécula reconocida como extraña por el sistema inmunitario y que provoca la respuesta de éste.

Infinidad de moléculas pueden actuar como antígenos: una parte de la membrana de una bacteria, de un hongo, de un virus, de un parásito, la toxina segregada por éstos, una sal metálica, un compuesto químico complejo, etc. También pueden ser antígenos las células tumorales del propio cuerpo o, en los trastornos del sistema inmunitario, sus mismas células normales.


Un anticuerpo 

Es una molécula capaz de reconocer específicamente a un antígeno extraño determinado.


Ésa es la cualidad más destacable de los anticuerpos: que sólo reaccionarán con un antígeno, el que ha generado su síntesis, como una llave con su cerradura



El anticuerpo se asociará al antígeno, neutralizándolo y eliminando así sus riesgos. Existen dos mecanismos por los cuales los anticuerpos pueden eliminar a las células agresoras: se fijan a su membrana citoplásmica y la rompen (el término técnico es lisis) o bien facilitan la fagocitosis, actuando como marcadores de la célula invasora o facilitando la fijación de las células fagocíticas a ella.

La síntesis de anticuerpos es responsabilidad de un grupo concreto de linfocitos, los linfocitos B, que los fabrican y los liberan al líquido circulante.


Los anticuerpos

Los anticuerpos también llamados inmunoglobulinas o incluso gammaglobulinas, son proteínas elaboradas por los linfocitos B y distribuidas por todos los líquidos del organismo. Existen 5 tipos de inmunoglobulinas, con funciones distintas, aunque todas ellas tienen una misma estructura básica en forma de Y.

La base de la Y es el fragmento constante, que determina el tipo de inmunoglobulina, mientras que la parte superior corresponde al fragmento variable, mediante el cual el anticuerpo se une al antígeno concreto. Esta variabilidad hace posible que haya tantos anticuerpos diferentes.

Los 5 tipos son los siguientes:

  • IgG (inmunoglobulina G). Es el anticuerpo más abundante, el 75 % del total, y está ampliamente distribuido fuera de los vasos sanguíneos. Es el anticuerpo principal de la respuesta inmunitaria secundaria, porque es el más capaz de unirse específicamente a un antígeno concreto.
  • IgM. Supone un 5-10 % de los anticuerpos. Es el anticuerpo que se produce ante la primera exposición a un antígeno (la respuesta inmune primaria). Por su gran tamaño, su actuación se restringe al espacio intravascular.
  • IgA. Supone entre un 10 y un 15 % de los anticuerpos. Es el principal anticuerpo en las secreciones mucosas: lágrimas, moco nasal, saliva y vías respiratorias, digestivas, urinarias y genitales. También se encuentra en la leche materna, siendo absorbida por el tubo digestivo del lactante para colaborar en su defensa inmunitaria primaria.
  • IgD. Muy escasa menos del 0,5 % de los anticuerpos. Se encuentra libre en la sangre y también adosada a la membrana de los linfocitos B inmaduros. Parece que actúa como receptor antigénico, que ayuda a activar estos linfocitos y también a suprimirlos cuando es necesario.
  • IgE. Escasísima (alrededor del tres por cien mil de los anticuerpos). Protege frente a los helmintos parásitos (desde la fasciola hasta las tenias), al acelerar la inflamación aguda contra ellos. Pero también es mediadora en reacciones alérgicas, como la fiebre del heno, el asma extrínseca, la dermatitis atópica o el choque anafiláctico. Lo hace interactuando con basófilos y mastocitos.


LAS RESPUESTAS ESPECÍFICAS

Forman un sistema aún más complejo que la respuesta inespecífica, explicada anteriormente. Por ejemplo, constan de un billón de células y de cien trillones de anticuerpos distintos.

Para poder llevarse a cabo, las respuestas específicas deben poder distinguir entre células propias y células extrañas, a fin de eliminar sólo a estas últimas. El reconocimiento por el sistema inmunitario propio depende de que las células porten en su superficie un conjunto de moléculas particulares, dotadas de carácter antigénico; son los antígenos de histocompatibilidad.

Aún se usa el término antiguo inmunidad humoral, aunque se sabe que su actuación es responsabilidad de los linfocitos B. La presencia de los antígenos estimula a los linfocitos B y éstos se transforman en células plasmáticas, capaces de producir anticuerpos y liberarlos al medio. Cada célula plasmática puede producir hasta dos mil moléculas de anticuerpo por segundo.

Algunos de estos linfocitos B se transformarán en células con memoria específicas, que guardarán la información contra aquel antígeno. Estas células viven muchos años, de manera que si aquel antígeno entra por segunda vez en el organismo, las células con memoria lo reconocerán, se multiplicaran rápidamente y producirán una respuesta inmunitaria más intensa y rápida que la del primer encuentro.

En la práctica, la sucesión de hechos es la siguiente:
Después de la primera exposición a un antígeno la respuesta inmunitaria tarda entre 2 y 4 días en aparecer. Este plazo es el período de latencia, durante el cual los antígenos son procesados por los linfocitos T y presentados a los linfocitos B, a fin de estimularlos a diferenciarse en células plasmáticas. Entonces surge la respuesta primaria, un aumento rápido de la concentración de anticuerpos en el suero, constituida principalmente por IgM.
Esta alta concentración se mantiene durante unas semanas. Mientras tanto se establece la memoria inmunitaria.

Cuando ocurre una nueva exposición a aquel antígeno se da una respuesta secundaria, de latencia más corta y producción de anticuerpos más rápida e intensa. El principal anticuerpo es en este caso la inmunoglobulina G (lgG).


La respuesta basada en células

Es responsabilidad de los linfocitos T, los cuales en respuesta a una célula extraña fabrican unas proteínas similares a los anticuerpos, pero que en lugar de liberarlas al medio, las dejan ancladas en su membrana. De esta forma, los linfocitos T podrán reconocer a las células eucariotas que penetren en el organismo y destruirlas o fagocitarlas. En el concepto de células extrañas incluimos a las invasoras y a las células propias alteradas por una infección vírica o por un tumor. Los linfocitos T son también los responsables del rechazo de los trasplantes y de las incompatibilidades de las transfusiones sanguíneas. Hay diferentes variantes de linfocitos T, las más importantes son las siguientes:

  • Linfocitos T citotóxicos: Destruyen las células que tienen un determinado antígeno en su superficie: cancerosas, infectadas por un virus, transplantadas o transfundidas, etc.
  • Linfocitos T4, cooperadores (helpers): Liberan linfocinas e interleucinas, unas moléculas que atraen a los leucocitos fagocitadores y después estimulan su multiplicación. Además, las linfocinas provocan la transformación de los linfocitos B en células plasmáticas.
  • Linfocitos T8, supresores: Reducen y detienen la respuesta inmunitaria, algo que es útil cuando los linfocitos se dirigen contra elementos del propio organismo.


PATOLOGÍA DEL SISTEMA INMUNITARIO

1. Las Alergias

La alergia o hipersensibilidad es la reacción inapropiada o excesiva del organismo contra elementos extraños, de manera que la propia reacción inmunitaria puede dañar los tejidos.

La posibilidad de sufrir una hipersensibilidad depende tanto de la persona como del elemento extraño concreto.

Las personas atópicas son más propensas a padecer alergias. La atopia afecta a cerca del 10 % de la población, con reacciones generalmente leves. Al parecer, es una predisposición genética, porque los hijos o hijas de padre o madre alérgicos tienen un 30 % de posibilidades de sufrir la enfermedad. Asimismo, es habitual que la misma persona sea alérgica a varios productos y también que en diferentes momentos de su vida sufra diversas variantes de alergia.

Algunos agentes extraños, como el polen o los ácaros del polvo, provocan estas reacciones con más frecuencia. Todos ellos son poco peligrosos o incluso inocuos para la mayoría de las personas.
El mecanismo de la hipersensibilidad es similar al de las reacciones inmunitarias corrientes.

La primera etapa es la sensibilización al alérgeno.

Comienza con la entrada de éste, generalmente a través de las mucosas.
Estos alérgenos inducen la formación de enormes cantidades de anticuerpos IgE, que se unen a ellos.
Se pone en marcha la diferenciación de linfocitos B reactivos a ese alérgeno; serán las células plasmáticas secretoras de IgE.


La segunda etapa es la de respuesta.

Las exposiciones posteriores al alérgeno provocan la formación de complejos antígeno-anticuerpo.
Éstos se fijan a la superficie del mastocito o basófilo, lo que provoca el vaciado de los gránulos de histamina y otros mediadores.
Eso lleva a una inflamación intensa, que lesiona los tejidos, causando las manifestaciones de las reacciones alérgicas.

Entrada del alérgeno y formación de IgE frente a él.

Segunda entrada del alérgeno que provoca el vaciado de mediadores de la inflamación.

Existen 5 tipos de reacciones de hipersensibilidad distintas, cada una de las cuales con sus células y sus anticuerpos específicos. Las enfermedades alérgicas más comunes afectan a la piel y a las vías respiratorias. Incluimos la anafilaxia porque es una situación de emergencia.

Los diferentes tipos de reacciones de hipersensibilidad pueden ser:

  • Dermatitis atópica: Causa una erupción en la piel, con vesículas, pápulas y costras, y con picor mantenido.
  • Dermatitis por contacto: Causa una inflamación de la piel en el área que ha estado en contacto con el alérgeno. Los causantes pueden ser metales, pinturas, cosméticos, plantas... Es muy común la dermatitis por níquel, incluso cuando está aleado con oro.
  • Urticaria: En ella la inflamación afecta a la dermis, causando una erupción cutánea, con pequeños habones de límites netos, casi siempre con enrojecimiento y picor.
  • Rinitis alérgica: Esta inflamación de la mucosa nasal produce congestión, disnea por obstrucción nasal, ojos rojos y llorosos, rinorrea acuosa y crisis de estornudos.
  • Angioedema: Es una vasodilatación localizada, que puede afectar a la piel o a las mucosas. Causa una tumefacción indolora, circunscrita y transitoria, que desaparece espontáneamente. La situación será muy distinta, una verdadera emergencia, cuando el angioedema afecte a la mucosa de la laringe, porque la tumefacción ocluirá el paso del aire, pudiendo llevar a la muerte por asfixia.
  • Asma bronquial: Consiste en crisis repetidas de inflamación bronquial, con disnea por obstrucción del flujo aéreo, especialmente el espiratorio. Entre las crisis la función bronquial es normal.
  • Anafilaxia: Es una reacción alérgica general, con liberación de una cantidad enorme de sustancias vasodilatadoras. Éstas producen una hipotensión arterial tan intensa que suele llevar al choque (llamado choque anafiláctico), con riesgo de muerte. Puede ocurrir después de hechos tan aparentemente leves como la picadura de una abeja o la inyección de penicilina o de uno de sus derivados.

Estas enfermedades no pueden curarse, ya que no podemos evitar la actuación anómala del sistema inmunitario. Pero sí que podemos atenuar sus manifestaciones e incluso prevenir nuevas crisis. Evidentemente es imprescindible evitar la exposición al alérgeno provocador, una vez que se lo ha identificado. En algunos casos se recurre a la hiposensibilización por administración repetida de pequeñas cantidades del alergeno responsable, de modo que su presencia continuada desencadene la tolerancia inmunológica.


2. Las Enfermedades Autoinmunitarias

Las enfermedades autoinmunitarias son aquellas en las que el sistema inmunitario identifica como ajeno algún componente del propio organismo y lo ataca.

La causa se encuentra en la confusión entre los antígenos de las propias células y los antígenos foráneos. El origen de la confusión puede estar en la alteración de las células propias o bien en la alteración de la respuesta inmunitaria.

Algunos ejemplos de enfermedades autoinmunes son:

  • Tiroiditis autoinmunitaria: Aparecen anticuerpos contra el tejido tiroideo, que se inflama y acaba destruido, llevando al hipotiroidismo. Es más común entre las mujeres.
  • Artritis reumatoide: Se manifiesta como una inflamación de las articulaciones pequeñas, en las muñecas, las manos, los tobillos y los pies, y también en las rodillas, casi siempre de manera simétrica. Se va haciendo paulatinamente más grave. Sus manifestaciones más comunes son el dolor, la inflamación y la rigidez prolongada después de unas horas de descanso, pero también se da lesión pulmonar, neurológica y cardiovascular. Afecta aproximadamente al 1'5 % de la población y es 3 veces más frecuente entre las mujeres que entre los hombres. Suele comenzar entre los 25 y los 55 años.



3. La Inmunodepresión

La inmunodepresión o inmunodeficiencia es la incapacidad del sistema inmunitario para ofrecer una protección adecuada contra los agentes externos.

Puede ser una enfermedad congénita o adquirida. Como consecuencia de la inmunodepresión, unos gérmenes que normalmente no supondrían un peligro grave (el hongo Cándida albicans, los virus de la gripe o del resfriado, por poner algunos ejemplos) podrán causar enfermedades graves o incluso mortales. Estos gérmenes que se convierten en peligrosos cuando la persona está inmunodeprimida son los gérmenes oportunistas.

Cualquier persona puede sufrir una inmunodepresión leve y transitoria y eso explicaría por qué a ella la infectan unos gérmenes que no infectan al resto del grupo.

Algunas causas de inmunodepresión leve son:

  • No haber dormido las horas necesarias.
  • Haber bebido una cantidad considerable de alcohol.
  • No alimentarse adecuadamente, aun sin llegar a la desnutrición clara.
  • Las enfermedades que impiden una oxigenación adecuada del cuerpo.
  • La infancia (por la inmadurez del sistema) y la vejez (por la disminución de la eficacia del sistema, añadida a las enfermedades y trastornos físicos que suelen acompañarla).

La inmunodepresión importante ya es, por supuesto, más grave.
Algunas de sus causas son:

  • La desnutrición clara.
  • El déficit congénito de elementos que participan en los mecanismos de defensa.
  • Los tumores de las células participantes en los mecanismos de defensa, es decir, las leucemias y los linfomas; o las infecciones que alteran estas células de defensa (el sida y otros).
  • Cualquier enfermedad grave (como un cáncer avanzado), y algunas enfermedades endocrinas, como la diabetes mellitus, el hipotiroidismo y la insuficiencia suprarrenal.
  • Algunos fármacos. Por ejemplo, los corticoides inhiben la inflamación y la formación de anticuerpos.



EL SIDA

El sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) es la enfermedad causada por la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Este virus ataca a los linfocitos T cooperadores, lo que obstaculiza la reacción del sistema inmunitario.

Poco después de la infección, la persona elabora anticuerpos contra el VIH y por eso decimos que es seropositiva. Durante los primeros meses o años la persona no nota alteraciones; éstas aparecen cuando la concentración de linfocitos T cooperadores desciende a menos de 200/mm3 de sangre, ya incapaz de proporcionar una respuesta inmunitaria adecuada. Así que con el tiempo aparecen: Infecciones diversas por gérmenes oportunistas, en el pulmón, en el aparato digestivo, en la piel, en las mucosas... Cánceres (linfomas, sarcoma de Kaposi, cáncer de cérvix). Alteraciones neurológicas, como la demencia del sida.

Es importante dilatar al máximo el intervalo entre la infección y la aparición de manifestaciones (entre la seropositividad y el sida).

Las siguientes actuaciones son útiles en ese sentido:

  • Mantener una vida saludable: ocho horas de sueño, ejercicio físico frecuente, pero ajustado a las capacidades propias, continuar con la actividad laboral, seguir una dieta adecuada...
  • Cuidar de las preocupaciones y los miedos y acudir al profesional cuando sea necesario: abordar el miedo al rechazo, ayudar a comunicar la situación a los familiares y las amistades, resolver dudas de la convivencia cotidiana.
  • Mantener y potenciar sus relaciones sociales mientras sea posible. Usar los recursos sociales disponibles si se necesitan.
  • Recibir las vacunas apropiadas.
  • Prevenir, detectar y tratar las infecciones que vayan apareciendo.
  • Procurar seguir el tratamiento antirretrovírico.
Por lo que se refiere a la transmisión del VIH, la persona portadora elimina virus a través de la sangre, la saliva, las secreciones vaginales, el semen y la leche materna; por eso, la infección se transmite mediante la sangre y sus derivados, las relaciones sexuales y desde la madre, durante el embarazo, el parto o la lactancia.

En España van reduciéndose los contagios entre drogodependientes, pero aumenta el contagio por relaciones heterosexuales sin protección (más de la mitad de las mujeres infectadas lo han sido por esta vía). La tercera vía más común de transmisión son las relaciones homosexuales entre hombres.

La vía más eficaz para reducir la expansión del sida es la prevención primaria: los mejores consejos sanitarios en este sentido son la fidelidad de la pareja y el uso de preservativos. También es recomendable la circuncisión, porque reduce a la mitad el riesgo de infección en las relaciones heterosexuales.

INMUNIZACIÓN E INMUNOSUPRESIÓN

1. INMUNIZACIÓN

Ya has aprendido que la inmunidad forma parte de los mecanismos de defensa del organismo contra los agentes externos. Pero muchas de las infecciones a las que estamos expuestos son demasiado peligrosas para que baste con esperar a que nuestro sistema de defensa natural se enfrente a ellas. Y por eso es muy útil recurrir a la inmunidad artificial que logramos mediante la inmunización.

La inmunización es el conjunto de procedimientos dirigidos a lograr que la persona mejore sus mecanismos de defensa contra la infección.

Estos procedimientos de inmunización son la quimioprofilaxis, la inmunización activa y la inmunización pasiva.


La quimioprofilaxis 

Consiste en administrar sustancias químicas que destruyan el agente infeccioso que tiene muchas probabilidades de infectar al hospedador.

Son ejemplos de quimioprofilaxis la administración de antibióticos antes de la intervención quirúrgica, sulfamidas a las personas próximas a alguien que sufre meningitis, antiparasitarios, antivíricos, etc. Hablando estrictamente, no refuerza la inmunidad, pero sí que ayuda a reducir el riesgo de infecciones.


La inmunización activa o vacunación

Consiste en administrar a la persona derivados de un agente infeccioso, que actúan como antígenos sin causarle enfermedad.

Los antígenos administrados provocan la aparición de células con memoria específicas y la fabricación de anticuerpos. Como hemos explicado, cuando llegue el agente infeccioso real, unos y otros lo destruirán antes de que pueda infectar. En lenguaje técnico, diremos que la persona habrá adquirido inmunidad y será inmune a esa enfermedad. En algunas vacunas se administran fragmentos de agentes infecciosos, pero en otras se administran gérmenes vivos, pero atenuados (debilitados), como en el sarampión, la parotiditis, la poliomielitis oral, la rubéola o la tuberculosis. Otras vacunas contienen gérmenes muertos o inactivados, como ocurre con la tos ferina, la gripe, la poliomielitis inyectable, la rabia o la hepatitis B. Otras veces se administran toxoides, que son sustancias tóxicas elaboradas por bacterias y manipuladas después para disminuir su poder infeccioso; así ocurre con el tétanos o la difteria.



La inmunización pasiva

Se denomina inmunización pasiva a la inyección directa a la persona de anticuerpos contra un agente infeccioso concreto, que tenga grandes posibilidades de infectarla.

Si este agente entra, los anticuerpos ayudarán a destruirlo antes de que pueda diseminarse e infectar. El ejemplo más común es el de la gammaglobulina antitetánica. Recuerda que gammaglobulina es sinónimo de anticuerpo. La diferencia más importante entre la inmunización activa y la pasiva es que la primera confiere una inmunidad lenta (tarda unas semanas en actuar), pero duradera, mientras que la segunda la ofrece inmediatamente, pero transitoria, porque desaparece en unos quince días.


2. INMUNOSUPRESIÓN

La inmunosupresión es la depresión del sistema inmunitario buscada artificialmente. Su objetivo es inhibir la actividad inmunitaria, cuando ésta sea la responsable de la enfermedad de la persona.

Algunas situaciones en las que se aplica la terapia inmunosupresora son:

  • Para evitar el rechazo de un órgano trasplantado.
  • Cuando se sufre una enfermedad autoinmunitaria.
  • Cuando se sufre una leucemia o un linfoma (un cáncer de leucocitos).

Es una terapia arriesgada porque no deprime sólo determinada actividad inmunitaria, sino todo el sistema en general, aumentando el riesgo de infecciones, y además tiene sus efectos secundarios: la caída del cabello, úlceras digestivas... A largo plazo aumenta el riesgo de cánceres.



lunes, 24 de abril de 2017

La Inmunidad


LOS SISTEMA DE PROTECCIÓN DEL CUERPO HUMANO

Los agentes externos son todo aquello extraño al organismo, gérmenes patógenos u objetos inertes que atacan continuamente a nuestro organismo.

El organismo se defiende de ellos mediante un sistema organizado en dos niveles:

  1. Nivel externo de protección.
  2. Nivel interno: sistema inmunitario.


1. EL NIVEL EXTERNO DE PROTECCIÓN

El nivel externo de protección es donde está la primera línea defensiva contra la entrada de
agentes externos.

Está formada por:

  • La piel.
  • Las mucosas.
  • Las enzimas del estómago.
  • La flora bacteriana autóctona




LA PIEL

La piel es una capa delgada y flexible que recubre todo nuestro cuerpo.
Contribuye a la defensa frente a la entrada de cuerpos extraños a través de varias actuaciones combinadas:

  • Evita muchas lesiones mecánicas, térmicas, físicas y químicas.
  • Es poco permeable al agua y evita la pérdida de líquidos.
  • Protege de las lesiones solares a través los melanocitos, que son las células que sintetizan la melanina. Este pigmento filtra los rayos UVA, de forma que cuanto más sol se toma (en principio) más melanina se segrega, y esto da el aspecto oscurecido a la piel. Los nevus, efélides, léntigos y demás lesiones hiperpigmentadas deben su color a la melanina. Con el tiempo la agresión solar siempre pasa factura con signos evidentes de fotoenvejecimiento como léntigos y arrugas y puede provocar lesiones cancerosas muy graves.


La piel también impide la penetración de gérmenes por sus características bioquímicas: ph ligeramente ácido, y los ácidos grasos segregados por las glándulas sebaceas que tienen cierta naturaleza bactericida y fungicida.


No olvides entonces que una herida es una puerta abierta a cualquier germen patógeno y debemos curarla y desinfectarla cuanto antes.


LAS MUCOSAS

Las mucosas son las capas capaces de segregar moco para que estén continuamente humedecidas.
Tapizan la mayoría de los orificios naturales del cuerpo: la boca, las fosas nasales, la conjuntiva, la vagina y el ano.
Son una barrera mecánica pero menos eficaz que la piel, pues es más delgada y su humedad facilita el crecimiento de los gérmenes.
Tienen mecanismos suplementarios de defensa, como: La secreción de lisozima.

Complementada con acciones mecánicas como:
  • La tos o el estornudo que expulsan partículas de polvo y gérmenes atrapados en el moco.
  • La expulsión de la orina, también arrastra las bacterias que hayan logrado invadir el tracto urinario.


LAS ENZIMAS DEL ESTÓMAGO Y LA FLORA BACTERIANA AUTÓCTONA

El pH ácido del estómago y sus enzimas son capaces de digerir los alimentos y de destruir muchos microorganismos


La flora bacteriana es el conjunto de bacterias y hongos que residen en nuestra piel y en nuestras mucosas y dificultan la infección por otras bacterias u hongos.


2. EL NIVEL INTERNO DE PROTECCIÓN

A pesar de la defensa externa, los agentes patógenos externos atraviesan esas barreras y es entonces cuando nuestro sistema inmunitario debe defenderse.

El sistema inmunitario

El sistema inmunitario nos proporciona la inmunidad y es una unidad funcional más que anatómica porque sus componentes, los órganos linfoides y leucocitos están dispersos o pertenecen a otros aparatos del organismo.

La inmunidad es el conjunto de respuestas dirigidas a neutralizar a los agentes extraños que hayan superado las barreras exteriores.

Queda entonces claro que los componentes del sistema inmunitario son:
  • Los órganos linfoides y los leucocitos.
  • El sistema linfático como auxiliar del aparato circulatorio.
  • El sistema linfático está formado por unos conductos o vasos linfáticos, por los que circula un líquido llamado linfa.


Los vasos linfáticos

A diferencia de los vasos sanguíneos, que forman un circuito cerrado, los vasos linfáticos semejan un conjunto de raíces que terminan en dos troncos. El sistema se inicia en una red de finísimos capilares linfáticos, especialmente abundantes en el tejido subcutáneo o en el aparato digestivo. Se van uniendo en conductos cada vez más gruesos y que acaban confluyendo en dos grandes vasos: el conducto torácico y la gran vena linfática, que vierten la linfa en sendas venas.

El sistema linfático no tiene una bomba impulsora y por eso la linfa circula muy despacio. Para evitar que la linfa retroceda, los vasos linfáticos tienen en su interior abundantes válvulas.


La linfa

Es un líquido amarillento, derivado del líquido intercelular y con abundantes proteínas grandes y leucocitos. La acumulación de linfa en un área concreta constituye un edema linfático.


Los ganglios linfáticos 

El ganglio linfático está rodeado por una cápsula fibrosa, que se extiende formando trabéculas. La sustancia del ganglio linfático se divide en una corteza exterior y una médula interior. La médula se pone en contacto directo con la superficie a través del hilio.


Las funciones más importantes del sistema linfático son las siguientes:

Circulatoria

Actúa como un sistema auxiliar del aparato circulatorio, transportando líquidos, células y moléculas disueltas. Es imprescindible porque no todo el líquido que sale de los capilares sanguíneos puede volver a él; este líquido queda en el espacio entre las células, llamado intersticio de ahí el nombre de líquido intersticial y después es recogido en los vasos linfáticos y reconducido hacia el aparato circulatorio.

De absorción

Una parte importante de las grasas digeridas en el intestino delgado van a la linfa y no a la sangre. La linfa terminará conduciéndolas al flujo sanguíneo.


ANATOMÍA DEL SISTEMA INMUNITARIO

El sistema inmunitario está formado por varios órganos linfoides, intercomunicados por vasos sanguíneos y linfáticos, y por un grupo de células, los leucocitos. Éstos recorren todo el organismo, por dentro de los vasos y entre las células, para defender al organismo en el lugar y en el momento necesario.


Los órganos del sistema inmunitario

Los órganos linfoides son los encargados de producir las “células defensoras”.

Agrupamos estos órganos en centrales y periféricos.

Los órganos centrales: Son la médula ósea y el timo. Están bien localizados en el
organismo.

  • La médula ósea roja: Está en el interior de las epífisis de los huesos largos. En ella se encuentran las células madre, a partir de las cuales se desarrollan, se diferencian y maduran los hematíes, las plaquetas y los linfocitos B.
  • El timo: Es un órgano triangular plano, situado en el tórax, detrás del esternón y por encima del corazón. En él tiene lugar la diferenciación de un grupo de leucocitos, los linfocitos que se convertirán en linfocitos T. Alcanzan su volumen máximo en la pubertad.


Los órganos periféricos: Son el bazo, los ganglios linfáticos y los folículos linfoides. En ellos las células defensoras, ya diferenciadas, entran en contacto con el agente extraño, reaccionan y proliferan.

  • Los ganglios linfáticos: Tienen forma de habichuela y una longitud de entre 2 y 25 mm, según las circunstancias. Tenemos entre quinientos y mil en todo el cuerpo intercalados en el trayecto de los vasos linfátcos; abundan más en el cuello, en las axilas, en la fosa cubital en la ingle y en el hueco poplíteo. En los ganglios se filtra la linfa circulante y se eliminan los microorganismos que transporta. Por eso toda la linfa ha de pasar al menos por un ganglio antes de incorporarse a la sangre venosa. En los ganglios también se reproducen rápidamente los linfocitos, para responder a los agentes extraños.
  • El bazo: Es un órgano rojo oscuro, ovoide y aplanado, situado en la parte izquierda superior del abdomen, bajo el diafragma. Comparte con los ganglios linfáticos las tareas de filtrar el líquido circulante, para eliminar gérmenes, y de formar linfocitos específicos T y B. Además cumple otras funciones, como destruir hematíes viejos y defectuosos y ser un depósito dinámico de sangre, que la liberará a las venas cuando el organismo la precise.
  • Los folículos linfoides: Son cúmulos de tejido linfático no encapsulados. Están por todo el organismo, especialmente bajo las membranas mucosas. Su papel es detectar precozmente a los agentes externos que penetren por esos puntos.


Las células: los leucocitos

Los leucocitos son las células inmunitarias porque participan en los mecanismos de defensa del organismo, ya sea reconociendo los agentes agresores y atacándolos mediante proteínas o actuando directamente para destruir los microbios.

Existen diferentes tipos de leucocitos, cada uno con unas funciones determinadas:

  • Los neutrófilos: Son los más abundantes Se desplazan fuera de los vasos y entre las células usando pesudópodos. Forman la primera linea de defensa: destruyen químicamente y fagocitan las bacterias, los cuerpos extraños, las células muertas y los trombos. Su número aumenta cuando hay infecciones bacterianas agudas contra las cuales el cuerpo responde bien. Los leucocitos muertos y los restos forman el llamado pus.
  • Los eosinófilos: Fagocitan los complejos antígeno-anticuerpo. Aumentan durante los procesos alérgicos y también en las infecciones por gusanos.
  • Los basófilos: Intervienen en la inflamación y en la producción de reacciones alérgicas. Los mastocitos son células relacionadas con ellos.
  • Los monocitos: Cuando salen de la sangre y se establecen en los tejidos se transforman en macrófagos. Estos se encargan de la inmunidad inespecífica: de fagocitar cualquier material extraño, como bacterias, células deterioradas o células tumorales.
  • Los linfocitos: Funcionalmente se separan en varias clases, de las cuales los más importantes son los T y los B.


domingo, 23 de abril de 2017

Los Órganos Sexuales y la Reproducción

La sexualidad y la reproducción

Los órganos sexuales nos permiten sentir y vivir el propio sexo y constituyen la diferencia más clara entre los hombres y las mujeres. Le sexualidad forma parte del concepto de uno mismo y facilita la relación entre las personas e incluso en grupos sociales. Y ocurre así no solamente en los seres humanos, sino también en muchas otras especies animales.

Los órganos sexuales son un conjunto de órganos mediante los cuales vivimos nuestra sexualidad y que permiten la reproducción de la especie.

El término aparato reproductor usado a menudo como sinónimo, sólo se refiere a una función de los órganos sexuales. Durante el crecimiento y la maduración sexual, los jóvenes padecen dudas y angustias, que deben resolverse para conseguir un desarrollo equilibrado. La omisión de información o la falta de orientación pueden llevar a situaciones nefastas, como la culpabilidad o la ansiedad innecesarias, un embarazo no deseado o una infección de transmisión sexual. Por eso es imprescindible el estudio detenido de estos órganos.


LOS ÓRGANOS SEXUALES FEMENINOS
Anatomía y fisiología básicas

Los órganos sexuales femeninos, los forman los ovarios, las trompas, el útero, la vagina, la vulva y las glándulas mamarias. En las diferencias entre los hombres y las mujeres participan también los caracteres sexuales secundarios femeninos: las caderas más anchas que las de los varones, lo pechos más grandes y la distribución corporal del vello y de la grasa y finalmente, el crecimiento más rápido.

Los ovarios

Son 2, cada uno con la forma y la medida de una almendra, situado a los lados del útero, en la parte baja de la pelvis.
Son las gónadas femeninas, encargadas de producir tanto los óvulos como las hormonas femeninas.

Cada ovario de la recién nacida contiene unos cuatrocientos mil folículos primarios. Cada uno de estos está formado por una capa de células que rodean un ovocito primario, el futuro óvulo.

Respondiendo a los estímulos hormonales, cada mes algunos folículos inician un proceso que lleva a la “expulsión” de un ovocito fuera del ovario (menstruación).


Las trompas uterinas o trompas de Falopio

Son 2 conductos de unos 10 a 12 cm de longitud y unos milímetros de calibre interno, que se inician a cada lado del útero y que terminan con forma de embudo que se abre cerca del ovario correspondiente.

Su función es recoger el ovocito expulsado. En la trompa, el ovocito termina su maduración para transformarse en óvulo, una célula que podrá ser fertilizada por un espermatozoide.


El útero o matriz

Es un órgano con forma de pera invertida, de unos 7 x 5 x 2,5 cm. Está situado en el centro de la parte baja de la pelvis, por detrás de la vejiga urinaria y por delante del recto. Su porción principal es el cuerpo y su porción inferior, más estrecha, es el cuello o cerviz. Por dentro forma una cavidad, la cavidad uterina, que comunica con la vagina y con las dos trompas. Una parte del cérvix se proyecta en el interior de la vagina y puede verse al examinar la cavidad vaginal con el espéculo.

La capa interna de la pared del útero es el endometrio, una membrana mucosa con numerosas glándulas, muy sensible a las hormonas sexuales. La capa media del útero es el miometrio, un músculo grueso y muy potente. Este órgano es el encargado de acoger al óvulo fecundado y también de expulsarlo nueve meses después, cuando sea suficientemente maduro para sobrevivir.





La vagina


Es un conducto que comunica el útero con el exterior. Tiene 7 u 8 cm de largo, pero se distiende fácilmente. Es el órgano femenino de la copulación, en cuyo interior se deposita el semen. También es el final del conducto del parto. La apertura externa de la vagina está entre los labios menores, por detrás del orificio uretral. En la mujer que no ha tenido ningún coito, el orificio puede estar parcialmente cerrado por una membrana denominada himen. El diámetro del orificio himeneal varía según la mujer, desde apenas un milímetro a tres o cuatro centímetros. El himen puede romperse con movimientos súbitos o amplios, por ejemplo haciendo deporte. También se rompe con el primer coito.

La vulva

Es el conjunto de elementos sexuales superficiales, situados en el perineo. Es un área rica en glándulas sebáceas y sudoríparas. Está formada por el monte de Venus, los labios mayores y menores y el clítoris.

  1. El monte de Venus es un cúmulo de grasa que forma un relieve, situado sobre la sínfisis del pubis. Después de la pubertad se cubre de pelo grueso.
  2. Los labios mayores son dos repliegues gruesos de piel que van desde el monte de Venus hacia atrás y abajo y se reúnen por delante del ano. Las caras externas de los labios mayores también están cubiertas de pelo y las internas, lisas y húmedas, cubren el resto de estos elementos.
  3. Los labios menores son otros dos repliegues cutáneos, más delgados, lisos y húmedos. Situados entre los labios mayores cubren los orificios de salida de la uretra y de la vagina. Durante la época reproductiva de la vida están parcialmente escondidos por los labios mayores.
  4. El clítoris es un pequeño órgano recubierto por la comisura anterior de los labios menores. Está lleno determinaciones nerviosas sensibles, que transmiten estimulación y placer. Entra en erección cuando se llena de sangre. 



Las glándulas mamarias

Tienen una función reproductiva clara, la de amamantar al recién nacido y al bebé en los primeros meses de vida. Pero también son órganos sexuales en el sentido antes explicado y por eso son muy importantes para la imagen de sí mismas que tienen las mujeres y para el atractivo que sienten que tienen. Desde el punto de vista anatómico, son glándulas que tienen el mismo origen que las de la piel. Están formadas por tejido glandular y tejido conectivo.

  1. El tejido glandular lo forman entre 15 y 20 grupos de células secretoras; cada uno de los cuales está unido a un conducto excretor, que vierte en el pezón. La estructura total recuerda la de un racimo de uvas.
  2. El tejido conectivo está formado por haces de colágeno embebidos en tejido adiposo. El tamaño de la mama lo determina la cantidad de grasa que contiene, más que la de tejido glandular.


El pezón es el punto por el que se vierte la leche. Está rodeado por un círculo pigmentado, denominado areola.

Durante el embarazo, las glándulas se preparan para segregar leche, por acción de las hormonas sexuales. Después del parto comienza la secreción de la hormona prolactina, estimulada también por la succión del pezón por parte del recién nacido. La prolactina, como ya sabéis, favorece la producción de leche, para que la secreción láctea comience el tercer o cuarto día después del parto.
El drenaje linfático de las mamas va hacia las axilas y por esta vía se diseminan muchos cánceres de mama.


El ciclo ovárico

La capacidad reproductiva de las mujeres está regida por la interacción entre varias hormonas. Éstas obligan al ovario a liberar ovocitos y crean las condiciones necesarias en el útero para que, si el óvulo es fecundado, pueda desarrollarse hasta llegar a ser un nuevo ser vivo. Este proceso se repite cada varias semanas en el denominado ciclo ovárico.

El ciclo ovárico es un conjunto de cambios periódicos que ocurren en el organismo de la mujer, relacionados con su capacidad de ser fecundada. Es consecuencia de la variación periódica de las concentraciones sanguíneas de diferentes hormonas sexuales.

La coordinación entre estas hormonas es imprescindible para la fertilidad y también para que aparezcan los caracteres sexuales secundarios en la pubertad y se mantengan a lo largo de la vida. La menarquia es la primera menstruación, señal del inicio de los ciclos ováricos completos. Para explicar el ciclo, lo dividiremos en 3 fases: la fase folicular, la fase luteínica y la menstruación.

1. La fase folicular

Es la fase de crecimiento de los folículos y de secreción de estrógenos. Una hormona hipofisaria, la hormona estimulante de los folículos (FSH), provoca que varios de éstos empiecen a crecer. De todos los folículos que inician el proceso, normalmente sólo uno llega a madurar por completo, mientras que el resto degeneran.

Mientras madura el ovocito, algunas células del folículo segregan estrógenos en cantidades progresivamente mayores. Estas hormonas estimularán el engrosamiento de la mucosa uterina y su preparación para acoger un eventual embrión. Al mismo tiempo, las concentraciones altas de estrógenos estimulan la secreción de otra hormona hipofisaria, la hormona luteinizante (LH), que también llegará a la sangre a concentraciones progresivamente mayores.

2. Fase luteínica 

Es la fase de ovulación y de secreción de progesterona. Hacia el decimocuarto día después del inicio del crecimiento folicular, las altas concentraciones de LH provocan la ovulación, proceso en el que se rompe el folículo maduro y se libera el ovocito. La ovulación suele acompañarse de un leve aumento de la temperatura corporal y de la secreción vaginal y a menudo de dolores, generalmente leves, y de una pequeña pérdida de sangre.

Con la ovulación, la concentración sanguínea de estrógenos desciende y se inhibe la secreción de LH.
El resto del folículo se transforma por unos días en glándula endocrina (el cuerpo lúteo o cuerpo amarillo), que segrega la hormona progesterona. Esta hormona inhibe el desarrollo de otros folículos y estimula más el engrosamiento de la mucosa endometrial.

Si el óvulo ha sido fecundado, comenzará a segregar la hormona gonadotropina coriónica humana (HCG), la cual mantendrá al cuerpo lúteo funcionando durante casi toda la gestación. La progesterona del cuerpo lúteo parará el ciclo ovárico, entre otros efectos. Pero si el óvulo emitido no ha sido fecundado, el cuerpo lúteo degenerará a partir del vigésimo sexto día, y la secreción de progesterona disminuirá progresivamente. La escasez de progesterona permitirá que la hipófisis vuelva a producir FSH y LH.

3. Menstruación

Es la fase de limpieza de la mucosa e inicio de un nuevo ciclo. La falta de progesterona permitirá la degeneración de la mucosa uterina y la rotura de sus vasos sanguíneos. La menstruación es la eliminación por la vagina de la sangre y los restos de mucosa, que pueden parecer coágulos. Con este sangrado se pierden unos 35 cc de sangre en total y dura entre tres y siete días. Al mismo tiempo se inicia un nuevo ciclo con crecimiento folicular.

Este cuadro es el resumen de lo explicado y correlaciona hormonas con ovario y endometrio, durante el ciclo.

Duración del ciclo ovárico

En teoría, el ciclo ovárico dura 28 días, sin embargo, en la práctica, la duración y la regularidad del ciclo varían de una mujer a otra. Con la edad se van haciendo algo más cortos y más regulares. Esta variabilidad depende de la fase folicular y por este motivo es muy difícil prever qué día tendrá lugar la ovulación. Aunque solamente hemos hablado de las variaciones más importantes, de los órganos sexuales femeninos con el ciclo ovárico, en realidad también la mucosa vaginal o el volumen de las mamas van cambiando. A muchas mujeres les varía también el estado de ánimo según el momento del ciclo.

El cese de los ciclos ováricos es un proceso gradual, en el que se van haciendo más irregulares, algunos no son fértiles y finalmente desaparecen. Con este final se reducen mucho las concentraciones de las distintas hormonas sexuales y eso causa un conjunto de cambios en el organismo femenino, denominados climaterio. Su signo más claro es la menopausia (la última menstruación), que ocurre entre los 40 y los 50 años. Pero cerca del 5 % de las mujeres tienen una menopausia prematura, antes de los 40 años.


Patología de los órganos sexuales femeninos

Los órganos sexuales pueden sufrir todo tipo de enfermedades, como las derivadas de malformaciones o de trastornos hormonales. Pero aquí explicaremos sólo aquellas más frecuentes y graves.

Las infecciones vulvovaginales

Las mucosas de estos órganos pueden ser infectadas por diversos gérmenes, infecciones que se contagiarán a otras personas durante las relaciones sexuales. Algunas de las infecciones más frecuentes son:

  • La candidiasis.

La causa el hongo Cándida albicans. Se manifiesta como un flujo blanco y grumoso, con prurito.

  • El herpes genital.

Causa dolor, prurito y escozor, con vesículas. Su agente es el virus del herpes simple.

  • El condiloma acuminado.

Es una manifestación de la infección por el virus del papiloma humano. Este virus es el causante de casi todos los cánceres de cerviz.

  • La tricomoniasis.

La causa un protozoo llamado Trichomonas vaginalis. Es una vaginitis con flujo abundante, que suele ser fluido, verde amarillento y espumoso.

Hay muchas otras infecciones de transmisión sexual, como la gonococia o la sífilis, pero no las abordaremos aquí. Otra enfermedad que puede contagiarse durante las relaciones sexuales es el sida.


El mioma uterino

Es un tumor benigno muy común de las células musculares del útero también llamado fibroma o fibromioma uterino.
Pocas veces da signos y síntomas. Su signo más común es la menorragia, pero también puede originar flujo vaginal más abundante, dolor o la palpación de una masa abdominal. Uno de cada doscientos se transforma en cáncer.


Las hemorragias uterinas

Son el motivo de consulta ginecológica de 1 de cada 6 pacientes. Algunas hemorragias anormales son las siguientes:

  • Las metrorragias son hemorragias fuera del período menstrual.
  • Las menorragias son los sangrados menstruales más abundantes o duraderos.
  • La polimenorrea es una pérdida menstrual casi normal en cuanto a duración y cantidad pero que se repite en ciclos de menos de 24 días.
  • La hipomenorrea es una pérdida menstrual escasa o de menos de 3 días de duración.
  • La amenorrea es la falta de menstruación durante más de 90 días.

Las causas pueden estar en los órganos sexuales (infecciones, traumatismos, tumores) o tener un origen externo, como un trastorno endocrino o de la coagulación.
Por otro lado las hemorragias pueden ser una complicación del embarazo.


El cáncer de mama

Es el más frecuente en las mujeres de la Unión Europea; se calcula que lo sufrirá 1 de cada 12 o 13 mujeres. Cada año se diagnostican dieciséis mil en España y mueren por este motivo unas seis mil mujeres. Su aparición está asociada a muchos factores de riesgo, como la menarquia temprana y la menopausia tardía, la nuliparidad, el primer parto después de los 30, el uso de anticonceptivos orales, la obesidad después de la menopausia o el uso de terapia hormonal sustitutiva.
También influyen el sedentarismo, el consumo de alcohol, el consumo de tabaco, comer mucha grasa, tomar pocos folatos y la absorción de plaguicidas organoclorados. Asimismo, en el cáncer de mama la genética tiene un papel importante.

Recientemente hemos visto la noticia de que Angelina Jolie acaba de revelar que recientemente se ha sometido a una doble mastectomía, es decir que le han extirpado los dos senos.
La operación se realizó de forma preventiva ya que la actriz descubrió que lleva el gen BRCA1 el cual aumenta significativamente la probabilidad de desarrollar cáncer de pecho y ovarios.
Sin embargo, en general el diagnóstico precoz se logra mediante la mamografía, una radiografía hecha con un aparato que comprime el seno, para que los rayos X tengan que atravesar un espesor menor de tejidos blandos. Todas las mujeres de entre 50 y 69 años deberían hacerse una cada dos años, pero no está claro que sea efectivo aplicarla a todas las mujeres de entre 40 y 49 años, aunque éstas son las que más consultan, especialmente las que tienen un nivel educativo alto.

El diagnóstico y el tratamiento son efectivos y el 70 % de las enfermas continúan vivas cinco años o más después del diagnóstico. Éste es un resultado que mejora año tras año. Dada su elevada frecuencia, es fundamental insistir en las prevenciones primaria y secundaria del cáncer de mama: en la mamografía periódica y en evitar el retraso diagnóstico a las posibles afectadas por uno de estos cánceres.

El cáncer de cérvix

Es el que está ubicado en el cuello uterino o cérvix. Sus manifestaciones más comunes son un flujo vaginal acuoso y rosado y el sangrado vaginal espontáneo o durante el coito. Afortunadamente, es un cáncer poco frecuente en España, menos de un caso por cada 10.000 mujeres y año, y además, la gran mayoría de los casos evoluciona lentamente durante años. El denominado carcinoma in situ está limitado al cérvix y tarda años en convertirse en cáncer invasor; éste tiene la incidencia máxima entre los 40 y los 55 años.

Más del 95 % de los cánceres de cérvix los causa el virus del papiloma humano, que se transmite en las relaciones sexuales. Por eso, las mujeres que tienen más riesgo de sufrirlo son las que más parejas sexuales diferentes hayan tenido o las que tienen un compañero que ha tenido muchas parejas. También influye el número de infecciones de transmisión sexual sufridas, especialmente herpes o condiloma acuminado, ambas causadas por el virus del papiloma humano.

Por eso conviene realizar las pruebas de cribado de cáncer de cérvix a las mujeres que pertenecen a los grupos de riesgo mencionados y que lleguen a los servicios asistenciales. En cambio, es poco útil hacer estas a todas las mujeres, porque sólo a una de cada trescientas les da un resultado positivo y de estos positivos, sólo el 1 % se confirman después.

La vacuna contra el virus del papiloma humano evita la infección por algunas cepas de este virus, lo que en teoría podría reducir la incidencia de cáncer de cérvix dentro de algunas décadas. Sin embargo las dosis de vacuna son muy caras y existen duda más que razonables sobre su capacidad para prevenir un número relevante de muertes por cáncer de cérvix en mujeres españolas, en comparación con las prácticas preventivas actuales.

Las pruebas de cribado del cáncer de cérvix se lleva a cabo mediante la técnica de Papanicolaou, que consiste en rascar suavemente con una espátula de madera blanda en tres lugares:

  • el fondo de saco posterior de la vagina 
  • el extremo distal del orificio cervical 
  • y el interior del conducto cervical. 
El objetivo es lograr una muestra de las células superficiales de estas áreas, células que se remitirán al laboratorio y se estudiarán con el microscopio. Si el resultado del frotis es negativo en dos años consecutivos y no hay factores especiales de riesgo, no es preciso repetirlo hasta al cabo de cinco años. Sin embargo. si el resultado es positivo habrá que explorar el cuello uterino por vía vaginal con una lupa de aumento para buscar la zona con signos de alteración y poder biopsiar un pequeño fragmento que se analizará microscópicamente. Una prueba alternativa de cribado es la búsqueda del genoma del virus del papiloma humano en sangre de la mujer. El resultado negativo de esta prueba permite espaciar la siguiente revisión hasta 6 años.


LOS ÓRGANOS SEXUALES MASCULINOS
Anatomia de los órganos sexuales masculinos

Los órganos sexuales masculinos son: los testículos, los conductos que salen de ellos,la próstata y el pene.

Como en el caso anterior, en diferencias entre hombres y mujeres participan también los caracteres sexuales secundarios masculinos: el mayor desarrollo osteomuscular con el ensanchamiento de la espalda, el tamaño corporal mayor que de la mujer, la distribución concreta del pelo corporal y de la grasa y gravedad de la voz.


Los testículos

También se llaman glándulas germinales o gónadas masculinas. Son dos glándulas ovales, de unos 40 x 25 x 15 mm, situadas en la región anterior del perineo. Los testículos tienen dos funciones, fabricar los espermatozoides y segregar la principal hormona sexual masculina la testosterona. Por esta segunda función se le considera integrantes del sistema endocrino.

Los testículos están dentro de unas cubiertas con forma de saco, independientes, llamadas bolsas testiculares. El escroto es la piel que recubre ambas bolsas; es una piel fina, más oscura que la del resto del cuerpo, está cubierta de pelo y es rica en glándulas sudoríparas y sebáceas.
En el interior de los testículos están los túbulos seminíferos, que es donde se forman los espermatozoides. Esos túbulos se van reuniendo en uno sólo que, ya fuera del testículo, formando un ovillo llamado epidídimo; en él se almacenan los espermatozoides hasta su liberación.


Los conductos y la próstata

El epidídimo de cada testículo se continúa con el conducto deferente, un tubo delgado que entra en el abdomen, baja por detrás de la vejiga urinaria y acaba cuando atraviesa la próstata y se vacía en la uretra.

La próstata es una glándula única, similar a una castaña. Está en contacto con la cara inferior de la vejiga, envolviendo a la primera porción de la uretra como un flotador. Dada su ubicación, cualquier crecimiento de glándula (al que llamamos hipertrofia prostática) comprimirá la uretra, dificultando la salida de la orina. Por otro lado, como la próstata está inmediatamente por delante del recto, puede palparse con facilidad después de introducir el dedo por el ano.



El pene

El pene es un órgano cilíndrico, suspendido de la parte anterior del perineo. El extremo del pene se llama glande, tiene una funda de piel fina y móvil (el prepucio) que lo protege. La circuncisión es la escisión total o parcial del prepucio. Dentro del pene están los cuerpos cavernosos, que son como esponjas, cuyo interior se llena de sangre en la erección, dando rigidez al pene. La uretra es el conducto que atraviesa el pene desde su extremo proximal hasta el distal, el llamado meato urinario. A lo largo de ella se evacuan tanto la orina como el semen.


FISIOLOGÍA DE LOS ÓRGANOS SEXUALES MASCULINOS
La fabricación de los espermatozoides y el semen

Se llama espermatogénesis al proceso continuo de fabricación de espermatozoides.
La espermatogénesis tiene lugar en los túbulos seminíferos de los testículos. Éstos contienen unas células reproductoras embrionarias (las espermatogonias madre), que van transformándose en espermatozoides. Este proceso incluye una serie de mitosis (que culminan con la formación de un espermatocito primario), dos meiosis (en la primera se forman dos espermatocitos secundarios y en la segunda cada uno forma dos espermátides) y una diferenciación posterior en espermatozoides.

Entre los túbulos seminíferos se encuentran las células intersticiales de Leydig, que son las que producen la testosterona. Esta hormona es la que, entre otros efectos, pone en marcha y mantiene la espermatogénesis. La testosterona se produce respondiendo a la acción de la hormona estimulante de los folículos, hipofisaria, en un proceso similar al de las hormonas femeninas.

Los espermatozoides maduros recuerdan a los renacuajos, con un núcleo muy voluminoso, muy poco citoplasma y un largo flagelo posterior. El efecto de la meiosis es que cada espermatozoide tenga solamente 23 cromosomas, la mitad de los que tienen las células normales, y que en cada uno de ellos se combinen las características del padre y de la madre del hombre que los está fabricando. El espermatozoide es el que determina el sexo del cigoto después de la fecundación, porque es el que tiene o bien un cromosoma X, o bien uno Y. La próstata segrega un líquido mucoso y espeso, con nutrientes, que facilita el movimiento y la supervivencia de los espermatozoides. El nombre de todo el conjunto es semen.


La erección y la eyaculación

Todos los órganos sexuales masculinos externos son muy sensibles, una fuente de estimulación y placer. Esta sensación de excitación sexual emite un impulso nervioso hacia la médula espinal y desde la porción sacra de ésta vuelve un reflejo nervioso que dilata las arteriolas que van a los cuerpos cavernosos del pene. Éstos se llenan de sangre y se produce la erección, un aumento de la longitud y de la anchura del pene, con mayor rigidez. En definitiva, la erección es el resultado de una interacción compleja entre impulsos nerviosos y psicológicos y acciones vasculares y hormonales. La erección permite la cópula, que sirve para depositar el semen dentro del aparato reproductor femenino mediante la eyaculación.

La eyaculación es la emisión del semen, en respuesta a la contracción refleja del músculo liso que rodea a los conductos y a las glándulas sexuales.

La erección y la eyaculación son fenómenos reflejos, es decir independientes de la voluntad, pero están poderosamente influidos, en sentido estimulador o inhibidor, por las emociones y por la regulación consciente.


PATOLOGÍA DE LOS ÓRGANOS SEXUALES MASCULINOS

Aparte de las infecciones de transmisión sexual, las enfermedades más comunes de los órganos sexuales son las siguientes:

La criptorquidia

Consiste en la ausencia del testículo dentro de las bolsas. El motivo es que los testículos se forman en el interior del abdomen y al final del período fetal deben atravesar la pared abdominal y bajar a las bolsas testiculares. Si esta migración falla, ocurrirá una criptorquidia.

Es imprescindible que estén fuera de la cavidad corporal unos años antes de la pubertad, porque la espermatogénesis solamente ocurre si la temperatura es inferior a los 34 ºC. Por lo tanto, puede ser necesario intervenir quirúrgicamente para lograr el descenso del testículo.


La hiperplasia benigna de la próstata

Es un tumor benigno de esta glándula, que afecta al 40 % de los hombres de más de 50 años de edad y que se hace más frecuente aún con el envejecimiento.

El crecimiento de la próstata obstruye el paso de la orina y causa varios trastornos, como polaquiuria (especialmente por la noche), disuria, lentitud de la micción y tenesmo vesical; la micción termina con un goteo largo, que a menudo moja la ropa interior.

No obstante, la hipertrofia no degenera a cáncer de próstata. Cuando las molestias sean suficientemente intensas, el enfermo podrá recibir fármacos o ser intervenido quirúrgicamente (por vía transuretral) para facilitar la salida de orina.


El cáncer de próstata

Es un cáncer muy frecuente y la segunda causa de muerte por cáncer en los hombres, después del cáncer de pulmón. Sin embargo, es un cáncer que suele crecer lentamente y que afecta a varones ancianos, por lo que la repercusión de esta enfermedad sobre ellos puede ser mínima. Así por ejemplo, en el 80 % de los casos, el cáncer sigue confinado en la próstata diez años después del diagnóstico.

Muchos de los signos y síntomas del cáncer de próstata son iguales que los de la hipertrofia benigna. También pueden aparecer sangre en la orina o dolor continuo en la parte baja de la espalda, en la pelvis o en la zona superior de los muslos.

La dieta con poca grasa, el ejercicio físico y la conservación del peso adecuado reducen el riesgo de sufrir este cáncer o de morir por su causa. En cambio, no se ha demostrado la utilidad de las pruebas periódicas de cribado, basadas en los tactos rectales o en la búsqueda en sangre del antígeno prostático.


El cáncer de testículo

Aun siendo muy poco común, es uno de los pocos cánceres que afectan a los hombres de menos de 35 años. Se manifiesta como una masa testicular que aumenta poco a poco de tamaño y que puede doler.

El riesgo de sufrirlo aumenta si se ha sufrido criptorquidia, si se es el primer hijo de una madre mayor de 30 años o si se pesó menos de 2.5 o más de 4 kg. al nacer. Su frecuencia ha aumentado en las últimas décadas, a causa del aumento de peso de las madres o de su exposición a diferentes productos químicos. El diagnóstico de confirmación se consigue mediante una ecografía y a menudo una biopsia. La supervivencia a los cinco años del diagnóstico depende del tipo concreto de cáncer de testículo que se sufre.


La infertilidad

La infertilidad es la incapacidad para lograr la fecundación mediante coitos después de intentarlo durante un período de unos 2 años. La fertilidad y la reproducción completa necesitan el funcionamiento correcto y coordinado de todos los órganos implicados.

Cerca de un 10% de las parejas sufren infertilidad y en alrededor del 40 % de los casos la causa está en el hombre. La infertilidad de la pareja puede tener muchas causas, entre las cuales están un estilo de vida caracterizado por la prisa, el agotamiento psíquico y la ansiedad por conseguir un embarazo en el momento en el que se desea. También influye el retraso progresivo de la edad en la que las parejas se deciden a tener los hijos, porque la fertilidad va reduciéndose con la edad.



LA REPRODUCCIÓN HUMANA

El embarazo

El embarazo es el proceso de desarrollo del cigoto, desde la fecundación hasta el nacimiento del niño o la niña viables, pasando por las fases intermedias de embrión y de feto.

Su duración se cuenta en semanas de amenorrea, es decir, desde a fecha de la última menstruación. En estos términos, el embarazo dura entre 37 y 41 semanas, alrededor de 9 meses.

La fecundación

La fecundación es el proceso de penetración del espermatozoide en el óvulo, fertilizándolo.
Ocurre en la trompa uterina, por donde baja el óvulo.
De los millones de espermatozoides eyaculados, sólo algunos llegan a las trompas y sólo uno fecundará al óvulo.
El óvulo fecundado tarda cerca de 6 días en llegar a la cavidad uterina.


En este tiempo, ya ha comenzado su proceso de división y diferenciación celular. Una vez en el útero, penetrará en la pared del órgano (es la implantación), para conseguir la irrigación sanguínea que necesita mientras se desarrolla como embrión y después como feto.


El diagnóstico del embarazo 

El primer signo del embarazo es el retraso de la menstruación, que no aparece en los días esperados; es un signo poco fiable, porque los ciclos ováricos son irregulares, especialmente en las mujeres jóvenes, además de que hay otras situaciones médicas que comportan un retraso menstrual. Otros indicadores de embarazo son las náuseas y los vómitos, que suelen ser matutinos, la sensación de plenitud mamaria o el cambio de las formas corporales.

Pero cuando el embarazo es buscado, la mayoría de las mujeres recorren a análisis mediante dispositivos que pueden comprarse en la farmacia. Estas pruebas se basan en detectar en la orina la hormona gonadotrofina coriónica humana sintetizada por la placenta. Su detección por medios inmunológicos es muy fiable cuando han transcurrido quince días o más desde el coito. La prueba es más sensible cuando se ejecuta sobre la primera orina de a mañana, que está más concentrada.

La confirmación del embarazo se hace con la visita al obstetra, quien entrevistará a la paciente y la explorará mediante ecografía. Enseguida describiremos algunos hallazgos.


La evolución del embarazo

Hacia el decimocuarto día desde la fecundación, el saco ovular está implantado y la placenta ha comenzado a formarse. Este órgano aparece por la interacción hormonal entre el saco ovular y la madre y sirve para intercambiar productos metabólicos entre los dos (oxígeno, dióxido de carbono, nutrientes, productos de desecho, etc) sin que sus sangres se mezclen. Por otro lado, la placenta es capaz de segregar hormonas, que mantendrán activo el cuerpo lúteo.

Se habla de embrión a partir de la cuarta semana de desarrollo, porque éste es el período en el que empiezan a formarse los diferentes tejidos y órganos. Por ejemplo, el sistema nervioso se inicia a principios de la tercera semana.

Con la ecografía, hacia las cinco semanas de amenorrea (desde la última regla), se puede ver el saco ovular como una esfera pequeña y muy ecógena, más densa que el endometrio. A las seis semanas y media se aprecia el embrión: todo el conjunto es un pequeño acúmulo que mide de 6 a 8 mm de longitud, y el embrión en sí mide apenas 2 mm entre el vértice cefálico y las nalgas. Los latidos cardíacos se detectarán, en la mayoría de las ocasiones hacia las 7 semanas; el corazón embrionario late de 120 a 180 veces por minuto y se oye como un redoble de tambor.

Las primeras doce semanas de embarazo son un período muy delicado porque el embrión es muy sensible a las influencias externas, que podrán causarle alteraciones anatómicas (malformaciones) o funcionales. A los tres meses, el embrión ha adquirido una forma humana reconocible, tiene todos los órganos anatómicamente formados y pasa a llamarse feto.

Los riñones y la columna vertebral son visibles ecográficamente desde las quince semanas de amenorrea; por lo que respecta a la determinación del sexo, el pene y los testículos son visibles, en condiciones favorables, desde la semana 21 de amenorrea y la hendidura vulvar y los labios mayores, desde la semana 24.

Durante la etapa fetal lo más significativo es el crecimiento y la maduración de todos los órganos, hasta que se alcanza la posibilidad de supervivencia extrauterina. Esa posibilidad es casi completa hacia la semana 28, aunque el parto se considera prematuro si ocurre antes de las semanas 37 o 38.

A partir de la semana 37, aproximadamente, el feto adopta en el interior del útero la posición que mantendrá hasta el parto. Lo más habitual es que encaje la cabeza en el espacio interior de la pelvis, y por eso sale con la cabeza por delante, pero también puede encajarse de nalgas o de costado.



Los cambios físicos en el organismo de la embarazada

Durante el embarazo ocurren algunas transformaciones físicas causadas por los cambios hormonales o porque el útero creciente ocupa más y más espacio; es necesario conocerlas para que no sean motivo de preocupación. Precisamente con este objetivo, hay que destacar que los embarazos no siempre comportan los mismos cambios y que incluso dos embarazos de la misma mujer pueden ser diferentes.

Ya en los primeros días de retraso menstrual, muchas mujeres notan un ligero entumecimiento de las mamas, más sensibilidad en los pezones y, algunas, la necesidad de orinar más a menudo. Aparte de las náuseas y los vómitos al levantarse, muchas mujeres sufren aversión a determinados alimentos y una sensación de cansancio y de sueño.

En el segundo trimestre de embarazo, la mujer suele encontrarse mucho mejor, con el alivio o la desaparición de las náuseas, los vómitos y el cansancio. Ahora debería comenzar a ganar algún kilo de peso. Desde las dieciocho semanas aproximadamente, la embarazada puede notar los movimientos del feto en su abdomen, primero como coletazos de un pez.

Los pezones y las areolas mamarias se oscurecen y puede aparecer una línea oscura entre el ombligo y el pubis. Estos últimos signos desaparecen después del parto. Quizá también sufran una pigmentación característica en la cara, llamada cloasma gravídico. A los lados del abdomen, y también en las mamas, aparecen estrías rojizas, por la distensión de la piel. Las mamas pueden segregar un líquido amarillento, el calostro, lo que es un signo de su preparación para el amamantamiento.

Conforme avanza el embarazo llegan otras molestias: la congestión nasal, los sudores, el ardor de estómago, el estreñimiento y las hemorroides. En el tercer trimestre, el útero dilatado comprime los órganos que lo rodean. Por eso, hay que orinar cada vez más a menudo, se acentúa el estreñimiento, se hinchan las piernas y pueden aparecer varices. El aumento de peso total en un embarazo normal debería estar entre los nueve y los doce kilos. En los quince últimos días de embarazo la distensión abdominal desciende hacia la ingle y se puede respirar mejor; es porque el feto se ha encajado en la pelvis.


Las emociones de la embarazada

El embarazo causa emociones intensas a la mujer y las lleva a flor de piel. Si es un embarazo deseado, la mujer esperará al recién nacido con ilusión, pero no podrá evitar sentir miedo por las molestias del embarazo, incomodidad por las limitaciones para la vida diaria y las relaciones sexuales, miedo al dolor del parto y preocupación por la salud de su hijo, por si sabrá cuidarlo y por los cambios que eso comportará en la relación con su pareja y con los familiares. Ciertamente el embarazo y aún más el neonato representan un cambio radical en la vida de la mujer: puede estar especialmente sensible, irritable o deprimida o mezclar esas sensaciones. Durante esos meses necesita ser escuchada y comprendida y sentirse acompañada. Por eso es conveniente expresar esos sentimientos con el futuro padre, con las amistades, con otras mujeres y con los profesionales médicos y de enfermería que la puedan atender; hay muchas personas disponibles y dispuestas a compartir con ella su experiencia. Podrán aclarar sus dudas, ayudarla a superar las molestias y las enfermedades propias del embarazo y también darle apoyo durante los momentos en que se sienta incapaz de enfrentarse a la nueva responsabilidad.
En una época de hijos deseados y planificados y de responsabilidad familiar compartida, también el padre sufre, aunque le cueste más admitirlo, y se preocupa por la embarazada y por los cambios que se acercan.


EL PARTO

El parto es el proceso mediante el cual la madre logra que el feto salga al exterior a través de la vagina.
En las últimas semanas del embarazo van dándose contracciones uterinas, que los últimos días se harán más intensas, más duraderas y más frecuentes. Ellas serán el motor del parto.

El parto se divide en tres partes: la dilatación, la expulsión del feto y la expulsión de la placenta

1. La dilatación

Durante la dilatación, las contracciones uterinas van empujando al feto hacia abajo y van tirando de los bordes del cérvix; eso adelgaza sus paredes y dilata la abertura cervical.
El período de dilatación tiene una duración variable en cada mujer, según el número de partos previos, el tamaño del feto, la intensidad de las contracciones. etc.

2. La expulsión del feto

El período expulsivo empieza cuando el cuello uterino deja un orificio de unos diez centímetros. Esta fase suele ser más corta que la anterior. Las fuertes contracciones involuntarias de la fase de dilatación desaparecen durante unos minutos y después el útero se contrae fuertemente y durante casi dos minutos. Unos momentos de relajación y una nueva contracción, en un ciclo repetido hasta que nace el bebé.

Mientras, la vagina, que se ha hecho excepcionalmente flexible en los días previos al parto, será capaz de dilatarse para permitir el paso del feto. También se harán más distensibles los ligamentos y las articulaciones de la pelvis, con el mismo objetivo. En la mayoría de los partos, si se protege manualmente el periné, no es necesaria la episiotomía (una incisión en la vulva que amplía su abertura).

Por fin la cabeza del feto abombará el perineo y se verá en la vulva; un poco más y cuando la cabeza haya salido de la vagina, lo más difícil estará hecho: aparecerá un hombro y después el otro y finalmente resbalará hacia el exterior el resto del cuerpo.

Ya en manos de la matrona o del matrón, lo más habitual es que el recién nacido comience a llorar espontáneamente, un signo inequívoco de que está vivo y sus pulmones funcionan. Después de hacerle una exploración básica, acomodarán al pequeño sobre el cuerpo de la madre unos momentos para permitirles verse y tocarse.

Cuando el recién nacido empiece a respirar aire, se debe bloquear con dos pinzas el cordón umbilical que le une a la placenta para cortarlo después. Ahora podrán tomar a la criatura para proporcionarle el resto de atenciones que necesita.


3. La expulsión de la placenta

La expulsión de la placenta se consigue en menos de media hora, con unas cuantas contracciones más y la ayuda de la obstetra o de la matrona. Éstas la revisarán para asegurarse de que ha salido completa y después revisarán el conducto del parto, buscando desgarros, que habrán de suturar cuidadosamente.


El parto distócico

El parto distócico es el que tiene un proceso difícil, de manera que necesita una o varias maniobras o intervenciones profesionales para sacar al recién nacido. Los motivos pueden ser que el feto se haya encajado de nalgas o de costado o que sea demasiado grande para las posibilidades de dilatación de la pelvis y la vagina.

Estos partos son más largos y difíciles y el obstetra deberá ayudar usando fórceps o una ventosa, que aplicará sobre la cabeza del feto para ir tirando de él poco a poco. En estos partos instrumentados siempre se practica una episiotomía.

Según el riesgo del parto, el especialista decidirá practicar una cesárea, una incisión en la pared abdominal (horizontal y por encima del pubis) y en el útero, para sacar al feto a través de ella. Si las dificultades del parto se han podido prever, la cesárea se podrá preparar con antelación, pero en otros casos la cesárea será una práctica urgente.



Las atenciones básicas al bebé

Explicaremos cuáles son los cambios fisiológicos del bebé y qué puedes aconsejar a su madre y a su padre para que lo cuiden mejor. En esencia, es necesario ayudarles a satisfacer las necesidades física y emocionales del recién nacido, a la vez que educarles para que se hagan autónomos en estas tareas. Conviene recomendarles algún libro básico de puericultura. Es normal que se sientan inseguros en el trato con su hijo, pero ganarán confianza con la relación cotidiana.


Los primeros días del recién nacido

Durante sus primeros días, puede tener la piel algo amarillenta, pero es un tono que debe aclararse paulatinamente. Los primeros días perderá peso, hasta un 10 % del peso del parto, pero en unos diez días habrá recuperado las cifras de partida. Las primeras deposiciones aparecen en las primeras 48 horas de vida: son verde oscuras y pegajosas, pero en pocos días se harán amarillentas y blandas, casi líquidas, y se llaman meconio.

Con el paso de las semanas, los padres habrán de ir estableciendo una regularidad en la vida de su hijo, porque las costumbres estables (la rutina), le ayudarán a entender el mundo y a esperar unos sucesos determinados, dándole seguridad psíquica. Las comidas, el sueño, el baño, las salidas..., son la base de ese mundo previsible.


La alimentación del bebé

Antes de amamantar al pequeño o de prepararle el biberón conviene lavarse las manos y secárselas bien, así como buscar un ambiente y una situación psíquica de tranquilidad, que favorezcan la relación entre ambos.

La lactancia materna o amamantamiento es lo preferible, porque si la madre está sana y bien nutrida, cubrirá perfectamente las necesidades nutritivas e hídricas del pequeño durante casi los primeros 6 meses de su vida. Además, le proporcionará los anticuerpos que necesita para evitar muchas infecciones y ayudará a establecer los vínculos entre ambos. Siempre está preparado y a la temperatura perfecta y evita la preparación de biberones, que tienen riesgos de quemadura o de infección. A medida que salga la leche, el bebé está succionando el tiempo que necesite y tomará lo que necesite: según el hambre que tenga.

De todos modos, algunas madres no pueden amamantar a sus hijos por algún problema médico o simplemente porque no les apetece. En estos casos, el pediatra les recomendará una fórmula comercial, lo que se llama leche maternizada. Estas fórmulas comerciales proporcionan una alimentación correcta siempre que se preparen siguiendo las instrucciones médicas. Sin embargo, existe un ligero riesgo de infección al usar esta alimentación y por eso se ha de ser muy cuidadoso en la desinfección de los biberones, las tetinas, los utensilios y las superficies de trabajo antes de cada uso. Es preferible usar agua embotellada.

La evaluación del crecimiento se lleva a cabo pesando al bebé: debería ganar unos 40 gramos diarios durante las primeras semanas y unos 20 gramos diarios después. En una regla sencilla, el bebé habrá doblado su peso de nacimiento en unos cuatro meses y medio y lo habrá triplicado al cumplir el primer año.