viernes, 21 de abril de 2017

El Aparato Excretor


La excreción y el aparato excretor

La excreción es el conjunto de funciones del organismo que expulsan o evacuan del cuerpo las sustancias que no son útiles para el organismo o que le son tóxicas.

Las funciones excretoras las constituyen la micción, la defecación o eliminación de heces y, en una parte muy pequeña, el sudor.

La micción es la expulsión de la orina, una sustancia que se forma en el aparato excretor.


Anatomía del aparato excretor

El aparato excretor o urinario está formado por 2 riñones y por unos conductos (las vías urinarias).

Los primeros elaboran o producen la orina y los segundos la evacuan al exterior.


Los riñones

Primero explicaremos cómo son los riñones macroscópicamente, es decir a simple vista y, después, su estructura microscópica.

La forma y la estructura de los riñones

Los riñones son 2 órganos con forma de alubia, de unos 12 centímetros de largo y unos 140 gramos de peso.
Están situados por debajo del diafragma, a cada lado de la columna vertebral, en la transición entre sus porciones dorsal y lumbar.
En la cara medial de cada riñón está el hilio renal, una depresión alrededor del punto de entrada de la arteria renal y de los puntos de salida de la vena renal y del uréter.

Si seccionamos el riñón a lo largo del eje frontal, distinguiremos a simple vista sus 3 partes:

  1. La corteza renal. Es el área más externa, pálida.
  2. La médula renal. Es más interna y oscura que la anterior. Está formada por entre 10 y 18 triángulos denominados pirámides de Malpighi, que tienen la base en la corteza y el vértice, hacia el hilio o pelvis renal. El vértice o papila tiene la punta perforada y por esos agujeritos sale hacia la pelvis renal la orina que se va formando.
  3. La pelvis renal. Es el sistema de recogida de la orina. Está formado por unos pequeños embudos o copas acoplados a las papilas, los cálices menores. Éstos se reúnen en los cálices mayores y después en la pelvis renal, que sale del riñón por el hilio y se estrecha rápidamente, para formar el uréter.




La nefrona

La nefrona es la unidad funcional del riñón, y la suma de varias nefronas constituye un riñón.
En cada órgano se calcula que hay cerca de un millón de nefronas.
La mayor parte de la nefrona está situada en la corteza, pero una parte penetra en la médula renal, formando las pirámides de Malphigi, que hemos citado antes.
Al observar la nefrona con el microscopio podremos distinguir sus 2 partes, el corpúsculo y el túbulo renal.


El corpúsculo

Está formado por 2 partes el glomérulo y la cápsula de Bowman.

  • El glomérulo. Es una especie de ovillo capilar, formado a partir de una pequeña arteriola renal.
  • La cápsula de Bowman. Es una especie de copa que rodea el glomérulo. Se continúa con el túbulo renal.

El túbulo renal

Está formado por diferentes porciones más o menos tortuosas, rodeadas en todo momento por una red de vasos sanguíneos. El túbulo renal se puede dividir en varias porciones.

  • El túbulo contorneado proximal. Está formado por células que tienen muchas prolongaciones en forma de dedo en la cara que da a la luz del tubo. Cada una de estas prolongaciones, llamadas microvellosidades, tiene aproximadamente un micrómetro de alto. De este modo, el túbulo contorneado proximal tiene una enorme superficie de intercambio, algo que será fundamental para la síntesis de la orina. Recuerda que en el intestino delgado ocurría lo mismo, porque sus células tienen también microvellosidades.
  • El asa de Henle. Es una porción más delgada que la anterior, que forma una U de ramas muy largas. Esa porción penetra en la médula renal y luego sale de ella.
  • El túbulo contorneado distal. Es un túbulo sinuoso, pero menos tortuoso que su homólogo proximal. También sus células tienen digitaciones, que aumentan la superficie de intercambio. En su recorrido, pasa cerca de su propio corpúsculo y en ese espacio se forma un segmento especializado, denominado mácula densa.
  • El túbulo colector. Es un tubo recto que penetra de nuevo en la médula renal. Los túbulos colectores de varias nefronas se reúnen y acaban desembocando en la papila, adonde vacían la orina que se ha formado en la nefrona


Los vasos sanguíneos

Es importante detallar la disposición de los vasos sanguíneos con respecto a la nefrona, porque es fundamental para la función de esta.

Las arterias renales derecha e izquierda salen de la porción abdominal de la aorta. La arteria renal se va ramificando progresivamente hasta dar las arteriolas aferentes, cada una de las cuales formará un glomérulo de capilares al inicio de la nefrona. Esos capilares se reúnen para formar una arteriola eferente.

Un poco más allá, la arteriola formará capilares de nuevo, que constituyen en conjunto la red capilar peritubular, llamada así porque rodea al túbulo renal descrito. Varios capilares confluirán para formar las vénulas, que irán reuniéndose como las ramas de un árbol y engrosándose hasta converger en el tronco, la vena renal, que desaguará a la vena cava inferior.


Las vías urinarias

Las vías urinarias están formadas por los dos uréteres, la vejiga urinaria y la uretra.

  • El uréter

El uréter es un tubo de unos 25 centímetros de longitud, que lleva la orina desde la pelvis renal hasta la vejiga urinaria. La pared del tubo contiene músculo liso.

  • La vejiga urinaria

Es una bolsa de paredes musculosas, que almacena la orina hasta que llega el momento de su evacuación. La orina saldrá de la vejiga por la uretra. Este órgano está situado en la parte inferior del abdomen, en la cavidad pélvica, entre el pubis y el recto; en las mujeres, el útero o matriz se interpone entre la vejiga y el recto.

La vejiga contiene varias capas entrecruzadas de músculo liso, llamadas en conjunto músculo detrusor. Alrededor del punto de apertura de la uretra, el músculo liso de la vejiga forma el esfínter uretral interno.

  • La uretra

La uretra es un tubo corto, que comienza en la cara inferior de la vejiga urinaria y comunica ésta con el exterior. En su inicio se encuentra el esfínter uretral externo, de músculo estriado. El orificio terminal de la uretra, por donde se evacua la orina, es el meato urinario.

La uretra femenina, de 3,5 a 5 centímetros de largo, está casi unida a la pared anterior de la vagina. El meato urinario se abre entre los labios menores, por delante de la vagina.

La uretra masculina es mucho más larga, de 15 a 20 cm y con un trayecto en S. Atraviesa la próstata y continúa, en el interior del pene, hasta al meato urinario. Es un órgano común para los aparatos urinario y reproductor.


Fisiología del aparato excretor

Ya hemos avanzado que los riñones llevan a cabo diversas funciones, y que la excreción urinaria es sólo una de ellas. Las otras son la regulación del volumen de líquidos en el cuerpo, la regulación de las concentraciones de diversos iones, la regulación del pH, la regulación de la tensión arterial y la secreción de varias hormonas.


La excreción

La excreción elimina sustancias tóxicas del organismo y ahora describiremos cómo desarrollan esta función los riñones.

La depuración de la sangre

De los riñones se dice que "depuran la sangre" porque eliminan los productos tóxicos que contiene. Pero van más allá, ya que también elimine sustancias que, aunque no son tóxicas, son demasiado abundantes en el organismo para lo que se necesita en ese momento; o viceversa, reservan las sustancias necesarias. En definitiva, mantienen en el interior del organismo unas concentraciones más o menos estables de diversas sustancias.

Dispone de un conjunto de mecanismos que mantienen estables distintas condiciones del organismo: la temperatura, las concentraciones sanguíneas de oxígeno y dióxido de carbono, las de glucosa, las de sodio, las de potasio, la cantidad de agua, etc.

El término científico para estas “condiciones estables" del organismo es homeostasis.

Los riñones son órganos muy importantes para el mantenimiento de la homeostasis de las concentraciones sanguíneas de los iones y del agua. Cuando el organismo contiene alguna de estas sustancias en exceso, los riñones se encargan de eliminarla y cuando alguna molécula escasea, los riñones la ahorran, evitando que se pierda con la orina. Por ejemplo cuando bebemos mucha agua, la eliminamos en poco tiempo al (orina estará muy aguada), cuando tomamos alimentos muy salados eliminamos el exceso de sodio, cuando comemos tomate (ácido y rico en potasio), excretamos esas moléculas, y así sucesivamente.

Decíamos que la sangre es una cinta transportadora, de la cual las células toman los nutrientes que necesitan y a la que vierten sus productos de desecho, las moléculas tóxicas. Alguien ha de limpiar la cinta para que no sea un vertedero móvil y eso es lo que hacen los riñones. Por ejemplo, eliminan urea y creatinina (que son moléculas tóxicas producto de la degradación de las proteínas), bilirrubina (el residuo de la degradación de la hemoglobina) y otras sustancias.


La formación de la orina

La segunda parte del proceso que realiza el riñón es la elaboración de orina a partir de las sustancias que ha extraído de la sangre. Eso es posible porque en esquema la nefrona es un tubo largo rodeado por una red capilar y por eso puede intercambiar con facilidad agua y moléculas entre el plasma sanguíneo y el líquido interno. Esa formación de la orina se lleva a cabo mediante tres mecanismos sucesivos:

  1. la filtración del plasma sanguíneo. 
  2. la reabsorción de agua de muchas moléculas pequeñas que conviene recuperar.
  3. la excreción activa de algunas moléculas que conviene eliminar.


La filtración del plasma sanguíneo

La filtración del plasma tiene lugar en el corpúsculo de la nefrona. Desde los glomérulos capilares se filtran hacia el interior de las cápsulas 180 litros de agua cada día y con ella pasan moléculas pequeñas como urea, creatinina, ácido úrico, potasio...
Lo que llega a la cápsula es un plasma muy diluido el primer paso en la formación de la orina.


Reabsorción de agua y de muchas moléculas pequeñas

En el túbulo contorneado proximal de la nefrona se reabsorben más del 99 % del agua y de la glucosa filtradas, casi todo el sodio y el cloro, otros iones, glúcidos sencillos, aminoácidos, proteínas pequeñas y asimismo buena parte de la urea y la creatinina filtradas.

También se pueden reabsorber moléculas en el túbulo contorneado distal: si se reabsorbe más sodio, la orina excretada será más diluida; reabsorción de bicarbonato hará que la orina sea más ácida.

El hecho de que haya una gran superficie e intercambio facilita esos procesos de transporte desde la luz del tubo hasta la célula y después a la sangre.


La excreción activa de algunas moléculas

En el túbulo contorneado distal se excretan potasio, protones y amonio, bajando pH de la orina hasta dejarla ácida.

Aunque no corresponde exactamente a este apartado, señalemos que las células del asa de Henle segregan activamente Na+ y CI- al espacio intersticial de la médula renal para mantener allí una concentración elevada de estos iones. Eso servirá como veremos más adelante para regular la concentración de la orina. Después de que ha circulado a lo largo del túbulo colector el líquido que se vacía a la papila renal es ya orina.


Las características de la orina

La orina es el líquido y las sustancias disueltas que eliminamos por la uretra. Son sustancias que están en exceso en nuestro organismo o que son tóxicas. En condiciones normales la orina es transparente y de un color entre amarillo pálido y ámbar oscuro. Acostumbramos a evacuar entre 1 litro y un 1'5 litros de orina diario, pero esa cifra es meramente orientativa. Algunas de las sustancias que se encuentran disueltas en la orina (por eso las llamamos solutos) son las siguientes:

  • Iones inorgánicos, tales como sodio (Na'), potasio (K+), cloro (CI-), bicarbonato, amonio, fosfatos o sulfatos.
  • Iones orgánicos, como la urea, la creatinina y el ácido úrico, un producto de la degradación de las proteínas. La bilirrubina.
  • Hormonas. No son sustancias tóxicas pero se escapa una pequeña cantidad de ellas.
  • Componentes anormales de la orina, que indican la presencia de alguna enfermedad: glucosa, albúmina, lípidos, bacterias, pus, leucocitos, hematíes, cálculos...


La formación de orina

La orina llega a los uréteres y se va depositando en la vejiga. Cuando se acumula allí una cierta cantidad de orina, la presión intravesical aumenta, la vejiga se distiende y eso estimula los receptores nerviosos de su pared.

Dichos receptores envían los impulsos a:

  • La médula sacra. Allí se pone en marcha un reflejo nervioso, el reflejo medular de evacuación (un acto reflejo como los demás del sistema nervioso), que contrae la musculatura de la vejiga urinaria y relaja el esfínter uretral interno.
  • El cerebro. El impulso nervioso recibido desde los receptores de la pared vesical es interpretado por el cerebro como la necesidad de orinar.

Como ocurre con la defecación, el reflejo de evacuación puede ser detenido por los centros nerviosos encefálicos si socialmente ese momento no es adecuado para evacuar. Se logrará detener la evacuación (la micción) contrayendo el esfínter uretral externo, de músculo estriado y por tanto voluntario. Si el momento es apropiado para evacuar no será precisa la inhibición voluntaria, así que el esfínter externo continuará relajado y se contraerá activamente el músculo detrusor de la vejiga, para empujar la orina. Así se produce la micción.
También se puede iniciar la micción de forma voluntaria, aunque la vejiga no esté llena.


La regulación del volumen de líquido corporal

El volumen de agua en nuestro cuerpo

La mayoría del peso de nuestro cuerpo es agua:

  • aproximadamente el 45 % del peso en las personas ancianas, 
  • el 55 % en las mujeres jóvenes, 
  • el 60 % en los hombres jóvenes 
  • y el 75 % en el recién nacido. 
En el interior del cuerpo, esta agua está repartida en 2 compartimentos:

  1. El líquido intracelular. Es el que se encuentra dentro de las células. Contiene dos tercios del agua total.
  2. El líquido extracelular. El que está fuera de las células. Puede estar dentro de los vasos sanguíneos (líquido intravascular), formando el plasma sanguíneo, o puede estar en los pequeños espacios entre las distintas células y entre éstas y los vasos (líquido intersticial). Este líquido va circulando y se encarga de transportar entre las células los nutrientes y los productos de desecho.

Para mantener la salud debemos mantener el volumen total de líquido aproximadamente estable y también su distribución en los diferentes compartimentos corporales. Por eso es el primer ejemplo de homeostasis que describiremos.

Ingresos y pérdidas de líquido

La cantidad de líquido corporal se regula mediante distintos mecanismos coordinados de ingreso y de pérdida.

Ingresamos líquido con las bebidas y los alimentos (el agua constituye también el porcentaje mayor de su peso) y con las reacciones metabólicas que los fragmentan para producir energía. Las personas hospitalizadas pueden recibir aportes de líquidos mediante sondas nasogástricas, sueros intravenosos y transfusiones de plasma o sangre.

Las pérdidas de líquidos corporales, en cambio, son consecuencia de la excreción de orina y heces, a las que se añaden el vapor de agua que contiene el aire espirado, la evaporación a través de la piel y el líquido perdido con el sudor. Las personas enfermas pueden perder agua por vómitos, diarrea, hemorragias, drenajes, etc.

Como en tantas otras funciones del organismo, para la homeostasis del agua no es preciso que intervenga la voluntad, sino que la mantienen 2 mecanismos involuntarios:

  1. la sed 
  2. y la excreción renal:

La sed provoca en la persona un deseo de beber. La pérdida de líquido intracelular estimula receptores nerviosos que conducen el impulso al hipotálamo y después a la corteza cerebral, que lo interpreta como una sensación de sed.

Los riñones son capaces de concentrar o de diluir la orina, para ahorrar agua o eliminarla, según las necesidades de ese momento.
En el túbulo colector es donde se concentra la orina cuando al organismo le conviene ahorrar agua: las paredes de éste pueden hacerse permeables al agua, de manera que el agua salga hacia el espacio que rodea al asa de Henle; así se extrae agua de la orina y se pierde menos cantidad. La orina excretada estará más concentrada.

Esa permeabilización de las paredes de los túbulos colectores ocurre respondiendo a la acción de una hormona, precisamente llamada hormona antidiurética, que ya conocemos. Existe una enfermedad, denominada diabetes insípida, en la que falta esa hormona y la persona que la sufre excreta volúmenes enormes de orina, muy diluida. Como pierde tanto líquido tiene constantemente sensación de sed y bebe mucho.

Una última hormona influye sobre el riñón para regular el volumen de líquido del cuerpo; se trata de la aldosterona, una hormona que reduce la excreción urinaria.

En las personas sanas, la diferencia entre las cantidades de líquido que entran en el organismo y las que salen es cero, es decir, que se mantiene la homeostasis. Cuando estos mecanismos no funcionan adecuadamente se llega a la deshidratación (falta de líquidos) o al edema (exceso de líquidos).


La regulación de la concentración de iones

Los iones o electrolitos son átomos o moléculas que tienen una carga eléctrica, positiva o negativa.

  • Los iones con carga positiva (cationes) son aquellos que tienen menos electrones de los que les corresponden.
  • Los iones con carga negativa (aniones), son aquellos que tienen más electrones de la cuenta. 
Muchas moléculas se rompen, liberando un anión y un catión, al disolverse en el agua corporal. Los iones entran al organismo con lo que comemos y bebemos. De todos ellos, nos centraremos en el sodio y el potasio, porque son dos iones fundamentales para la regulación de la tensión arterial. Los alimentos más ricos en sodio son los que llevan sal añadida, como la mayoría de las comidas preparadas o los embutidos. Los más ricos en potasio son las legumbres, las verduras, las aceitunas y los frutos secos.

En su momento, los iones saldrán del organismo excretados con las heces o con la orina. Se pierden mayores cantidades de iones con el vómito, con la diarrea o con la aspiración de líquidos mediante una sonda nasogástrica. El sudor es una vía minoritaria de excreción de iones, salvo circunstancias excepcionales.

Los principales agentes reguladores de las concentraciones de sodio y potasio son las hormonas antidiurética y aldosterona. La primera retiene agua, lo que reduce las concentraciones de sodio y potasio en el líquido extracelular. La segunda estimula la reabsorción de sodio y la eliminación de potasio en el túbulo contorneado distal.


La regulación del pH

El pH es una forma cómoda de medir la acidez o de la basicidad de una disolución. El concepto de acidez o basicidad significa que la disolución tiene una gran concentración de protones (H+), o una concentración baja, si la disolución es básica. Pero las cifras reales son tan bajas (por ejemplo, 0,0000001 moles por litro) que es difícil utilizarlas sin equivocarse. Por eso, para facilitar el cálculo se utiliza el logaritmo de la concentración de protones y se le cambia el signo para que las cifras sean positivas. Ésa es pues, la definición de ph, el logaritmo negativo de la concentración de protones de una disolución.

El pH normal de la sangre de las personas está entre 7,38 Y 7,42. Fíjate en que el margen de variación que podemos tolerar sin lesiones es muy pequeño, así que los mecanismos reguladores del pH del cuerpo deben ser muy sensibles para detectar cambios y a la vez muy eficaces para impedir el descenso o el ascenso del pH, es decir la acidosis y la alcalosis, respectivamente.
El cuerpo dispone de 3 tipos de mecanismos reguladores del pH corporal:

  1. los amortiguadores químicos, 
  2. la acción respiratoria 
  3. y la acción renal.


  • Los tampones o amortiguadores químicos.

Son parejas de moléculas (ácidos o bases débiles) que captan protones cuando a la disolución se le añade un ácido o bien que los liberan cuando se le añade una base. De esta manera impiden cambios significativos del pH. Los tampones más importantes son el ácido carbónico, los fosfatos inorgánicos, las proteínas y la hemoglobina.


  • La regulación respiratoria.

Por el alvéolo pulmonar se elimina dióxido de carbono hacia el aire ambiental. El dióxido de carbono (CO2) al disolverse en agua forma ácido carbónico (H2C03). Cuando una persona sufre una acidosis por cualquier motivo, el pH bajo estimula el centro respiratorio y éste aumenta la frecuencia y la profundidad de las respiraciones. Así, la persona eliminará más dióxido de carbono y en consecuencia disminuirá la concentración de ácido carbónico en la sangre, lo cual aumentará el pH.


  • La regulación renal.

El riñón elimina distintos iones de los que circulan con la sangre, de manera que en caso de acidosis, el órgano puede aumentar la eliminación de ácidos y al mismo tiempo aumenta la reabsorción de bases; eso elevará el pH de la sangre. En caso de alcalosis sucederá lo contrario, se eliminarán más bases y se reabsorberán más ácidos.


La regulación de la tensión arterial

El riñón es uno de los principales órganos encargados de la regulación de la tensión arterial, porque ahorrando agua aumenta el volumen total de plasma sanguíneo y eso eleva la tensión. Y a la inversa, excretando agua reduce el volumen plasmático y la tensión arterial. De hecho, éste es el mecanismo por el que actúan los medicamentos diuréticos prescritos a las personas hipertensas. El mecanismo para la regulación renal de la tensión arterial es un poco complicado: entre el túbulo contorneado distal y el glomérulo está el llamado aparato yuxtaglomerular (literalmente, "aliado del glomérulo"). Cuando la tensión arterial baja, llega menos líquido al glomérulo y eso hace que allí se sintetice renina, que es un enzima que participa en la síntesis de la angiotensina. Esta sustancia química contrae los vasos sanguíneos y además estimula la síntesis de aldosterona, que se lleva a cabo en la corteza suprarrenal. Esta hormona estimula la reabsorción de sodio y de agua en el túbulo distal, los cuales aumentarán el volumen plasmático y la tensión arterial.

Hay aún otro mecanismo de regulación de la tensión arterial, que depende de la cantidad de líquido que se filtra desde la sangre en el glomérulo. Cuanto más alta sea la tensión arterial, más sangre llegará a riñón y más líquido se filtrará hacia la orina. Y al filtrarse más, disminuirá la cantidad de fluido en el plasma y bajará la tensión arterial. Finalmente, el descenso de la tensión arterial será la causa de que llegue menos sangre al riñón.


Las funciones endocrinas del riñón

Como hemos visto, el riñón desempeña funciones muy alejadas de la de depuradora de la sangre, al participar muy directamente en la homeostasis. Pero además tiene funciones endocrinas relevantes, como éstas:

  • La secreción de eritropoyetina. El término significa "estimuladora de la síntesis de eritrocitos", ya que la hormona ayuda a mantener la concentración de éstos en la sangre y por tanto la capacidad de transportar oxígeno. Las personas que sufren insuficiencia renal crónica tienen un déficit de esta hormona y por eso sufren anemia crónica grave. Será pues necesario administrarles inyecciones de eritropoyetina.
  • La activación de la vitamina D. En el riñón se activa la vitamina D, una hormona que estimula la formación de hueso.


PATOLOGÍA DEL APARATO EXCRETOR

Semiología de las enfermedades del aparato excretor

Muchas de las enfermedades o trastornos de la excreción urinaria se manifiestan con variaciones del aspecto, de la composición o del volumen de orina excretado; otras causan alteraciones en la micción u otras manifestaciones, menos específicas.

Variaciones en el aspecto de la orina:

  • Orina muy concentrada. Será de color ámbar oscuro y tendrá un volumen escaso y un olor más intenso. Las causas de esta concentración pueden ser: beber pocos líquidos, sudar mucho, padecer fiebre, vómitos, diarrea, etc., o bien una combinación de ellas.
  • Orina muy diluida. Será de color amarillo pálido, más abundante: de olor débil. Algunas causas de esa dilución son el exceso de líquidos o una diabetes mellitus.
  • Turbia. Es una orina que contiene mucha materia orgánica. Los motivos más comunes de turbidez son una infección urinaria y la eliminación de arena de un cálculo.
  • Orina de color rojo vivo. La causa es la pérdida de sangre con la orina (hematuria). El motivo es, lógicamente, el sangrado en algún punto del aparato urinario.
  • Orina oscura. Como el coñac o las bebidas de cola (coluria). Se presenta en las primeras fases de la ictericia, una alteración del hígado.
  • Orina rosada, rojiza o anaranjada. Al tomar distintos medicamentos de dispensación más o menos común en las farmacias.
  • Olor dulzón, como de manzana. Provocado por el exceso de acetona en la orina, algo que ocurre en las personas diabéticas por ejemplo.
  • Olor de putrefacción. Suele estar causado por una infección urinaria grave.


Variaciones en el volumen excretado

  • Oliguria. Cuándo se evacuan volúmenes inferiores a los 500 mL/d. si la orina está muy concentrada, su significado es el que hemos explicado. Si no lo está, las causas pueden ser una insuficiencia cardíaca o una insuficiencia renal.
  • Poliuria. Volúmenes superiores a los 2.500 mL/d. Como hemos descrito, las causas más comunes son el exceso de líquidos, la diabetes mellitus, la diabetes insípida y diferentes enfermedades renales. Suele acompañarse de polidipsia, que es la toma de enormes cantidades de líquido.


Variaciones en la composición de la orina

La presencia o ausencia de ciertas sustancias ayudará a diagnosticar alteraciones de la función excretora. Las más importantes son:

  • Proteinuria o pérdida de proteínas por la orina. Las alteraciones del glomérulo renal permiten que se filtren proteínas hacia el líquido que formará la orina.
  • Glucosuria o pérdida de glucosa con la orina. Se debe a diabetes mellitus.
  • Bacterias, leucocitos... Suelen indicar una infección urinaria.


Alteraciones en la micción

Algunas de las alteraciones más habituales de la micción son las siguientes:

  • Polaquiuria. Consiste en orinar muy a menudo, pero siempre pequeñas cantidades. Las causas más comunes son: beber demasiados líquidos, la ansiedad, el embarazo y la infección de las vías urinarias.
  • Retención urinaria. Es la imposibilidad de orinar. Generalmente es consecuencia de una inflamación uretral que llega a obstruir el conducto.
  • Incontinencia urinaria. Es la incapacidad que tienen algunas personas para retener la micción. 
  • Disuria. Es una micción dolorosa o difícil. La causa suele ser una infección urinaria, si bien la orina muy concentrada también es, por sí misma, irritante para la uretra.
  • Tenesmo vesical. Sucede cuando la necesidad de orinar no desaparece con la micción, sino que se tiene la sensación de que aún queda más orina por evacuar. Suele indicar una infección de las vías urinarias.
  • Nicturia. Es la necesidad de levantarse tres o cuatro veces cada noche a orinar. Esta situación puede tener muchos motivos, desde beber demasiados líquidos hasta tomar diuréticos o bien sufrir una insuficiencia cardíaca, una insuficiencia renal, una hipertrofia prostática, etc.



Enfermedades del aparato excretor

Algunas de las enfermedades más comunes del aparato excretor son las siguientes:

  • Litiasis renal

La litiasis renal consiste en la formación de cálculos (pequeñas piedras o arena) en las vías urinarias, debido al depósito de diferentes sales. Las personas que más a menudo la padecen son los hombres de entre 20 y 55 años. Son frecuentes los cálculos de oxalato cálcico, de fosfatos, de uratos o las mezclas de estos, cada uno con su forma característica. Los cálculos crecen paulatinamente, hasta que dan complicaciones, la más común de las cuales es el dolor, el denominado cólico nefrítico. Otra complicación, aún más grave, es la obstrucción de la vía urinaria.


  • Pielonefritis

La pielonefritis es la inflamación de la pelvis renal, de los cálices y del parénquima del órgano, que puede afectar a un riñón o a los dos. La causa más común es una infección por bacterias, que asciende desde la vejiga urinaria.


  • Síndrome nefrótico

El síndrome nefrótico es un trastorno con alteraciones estructurales o funcionales del glomérulo renal. Esas alteraciones permiten que se escapen proteínas plasmáticas hacia la orina. Ése es el primer signo del síndrome nefrótico, la proteinuria. Si el hígado es incapaz de sintetizar proteínas a suficiente velocidad como para compensar las pérdidas, la persona sufrirá hipoalbuminemia (una concentración inferior a la normal de la proteína albúmina en sangre), que es el segundo signo del síndrome. Y la hipoalbuminemia grave lleva a los edemas, por un trastorno en la excreción renal de líquidos.
Las enfermedades que más a menudo comportan estas alteraciones son las glomerulonefritis, en la infancia y la juventud, y la diabetes de tipo II, en las personas mayores de 50 años.


  • Glomerulonefritis

Las glomerulonefritis son un grupo de enfermedades que cursan con inflamación de los glomérulos. La persona sufre de repente hematuria, proteinuria y un cierto grado de insuficiencia renal, con retención de sodio y agua, edemas e hipertensión Es un trastorno inmunológico, de causa generalmente desconocida, pero que puede darse después de una infección por estreptococos.


  • Insuficiencia renal aguda

La insuficiencia renal es la incapacidad de los riñones para cumplir sus funciones, por lo que cursa con acumulación de agua, de iones y de productos de desecho, así como con acidificación del pH sanguíneo. Será aguda o crónica según la cantidad de tiempo que haya necesitado para instaurarse, por ejemplo, la primera ocurre en horas o en días. Sus causas más comunes son un traumatismo grave, unas quemaduras extensas, una intervención quirúrgica complicada, una infección bacteriana grave o incluso un infarto agudo de miocardio. También la pueden causar algunos antibióticos o la intoxicación con algunos hidrocarburos o algunos metales. El primer signo de la enfermedad es la oliguria súbita; además, es una orina poco concentrada, en la que se encuentran proteínas y hematíes. Al mismo tiempo, el organismo de la persona enferma retiene agua iones y productos de desecho, lo que puede causar edema pulmonar, alteraciones cardíacas.
Además, las personas que sufren una insuficiencia renal aguda son muy propensas a las infecciones y a las gastritis agudas con sangrado. Todo ello hace que ésta sea una enfermedad gravísima.


  • Insuficiencia renal crónica

La insuficiencia renal crónica consiste en un deterioro progresivo e irreversible de la función renal.
Es una complicación grave de diferentes enfermedades, entre las cuales la más común con mucho es la diabetes mellitus de tipo II; en segundo lugar está la hipertensión arterial y en tercero, la glomerulonefritis crónica.
La insuficiencia renal crónica no da signos ni síntomas hasta que no está lesionada la mayor parte del riñón. Sus primeras manifestaciones son la poliuria y la nicturia, junto con otras menos específicas como la polidipsia, la astenia, la anorexia, las náuseas y los vómitos. También son habituales la hipertensión arterial y la anemia.
Cuando la enfermedad está ya establecida provoca manifestaciones en todos los aparatos del organismo. Señalamos solamente la tendencia a las infecciones, porque la insuficiencia renal crónica causa inmunodepresión. Alrededor de una de cada mil personas en España sufre el estadio terminal de la insuficiencia renal crónica, aquel en el cual el riñón ya no puede llevar a cabo sus funciones. El tratamiento básico de mantenimiento para la insuficiencia renal crónica terminal es la hemodiálisis, pero la opción terapéutica con mejores resultados es el transplante de un riñón.


  • La cistitis

La cistitis es una inflamación de la pared de la vejiga urinaria.
La mayoría las causa una infección bacteriana, pero otras pueden deberse a traumatismos, al embarazo, a la menopausia, al estreñimiento, a la propia sonda urinaria, a la diabetes, a la alergia, etc. Afecta más a las mujeres que a los hombres; de hecho, cuando un hombre sufre cistitis conviene buscar una alteración anatómica o fisiológica que la haya facilitado.
Sus manifestaciones más frecuentes van desde una necesidad imperiosa de orinar hasta la incontinencia, la polaquiuria, la disuria más o menos intensa, el escozor y el dolor al terminar la micción, la fiebre y la orina turbia. Algunas pueden diseminarse hasta afectar el riñón.


  • La incontinencia urinaria

La incontinencia urinaria es una enfermedad en la que el paciente pierde la capacidad de frenar el inicio de la micción. Ésta es una enfermedad de la que apenas se habla, pero que tiene influencia enorme en la vida de la persona afectada. El escape de orina comporta muchos problemas higiénicos, psicológicos, sociales y económicos, porque afecta a la imagen propia, tensa las relaciones familiares, perjudica el desempeño del trabajo, etc.
La incontinencia tiene muchas variantes, pero aquí sólo describiremos tres de las más comunes:

  1. La incontinencia imperiosa. Es el vaciado involuntario de la vejiga, precedido de alguna forma de aviso que dura entre pocos segundos y pocos minutos. Se debe a una hiperactividad del músculo detrusor. Es especialmente frecuente en las personas ancianas porque suele asociarse a los accidentes vasculares cerebrales, a la demencia de Alzheimer, a la infección urinaria, a la obstrucción del flujo de orina, etc.
  2. La incontinencia de esfuerzo. Es el escape de orina (generalmente una cantidad pequeña) con la risa, la tos, el estornudo o el ejercicio. El motivo es que el esfínter uretral es débil y el aumento de la presión sobre la vejiga lo supera. La causa de esta incontinencia puede ser el parto, la exéresis de la próstata, los traumatismos e incluso la postmenopausia.
  3. La incontinencia por lesión neurológica. Suele ocurrir por afectación de la vía nerviosa sensitiva, del reflejo medular sacro o de la inhibición voluntaria de la micción.





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