jueves, 2 de febrero de 2017

Aparato Respiratorio


LA RESPIRACIÓN

Podríamos sobrevivir días sin comer, pero apenas un par de minutos sin respirar.
¿Qué hace que el aire sea tan imprescindible? ¿Para qué necesitamos el oxígeno?

La respiración es el proceso por el que el oxígeno del aire llega a las células, donde se utiliza en las reacciones químicas de producción de energía. Estas reacciones generan dióxido de carbono, que se expulsará también con la respiración.

La respiración tiene 2 fases:

  1. En la primera, la respiración externa, el oxígeno (O2) pasa del aire ambiental a la sangre, en los pulmones, y el dióxido de carbono (C02) de la sangre al aire.
  2. La segunda fase o respiración interna es el proceso por el que el oxígeno llega mediante la sangre a todas las células del organismo donde se usa para obtener energía. Como en estas reacciones de producción de energía se obtiene dióxido de carbono, la respiración interna incluye también el proceso de evacuación del dióxido de carbono hasta los pulmones, asimismo por la sangre.


En la célula, el oxígeno se combina con glucosa o con otras moléculas, en una cadena de reacciones químicas que producen energía. Esta energía es la que nos permite mover los músculos, usar el cerebro, mantener la temperatura y, en definitiva, mantenernos vivos.

Las reacciones químicas de obtención de energía dejan como residuos dióxido de carbono y agua. El agua no supone ningún problema, porque se mezcla con la de nuestro líquido extracelular, pero el dióxido de carbono es un producto tóxico, que hay que eliminar. Las células le eliminan vertiéndolo a la sangre.

Como ves, para respirar necesitamos la acción conjunta de los aparatos respiratorio y circulatorio.

ANATOMÍA DEL APARATO RESPIRATORIO

Desde el exterior al interior dividimos el aparato respiratorio en vías superiores, vías inferiores y pulmones.
Las vías superiores

Las vías superiores están formadas por la nariz y las fosas nasales, la faringe y la laringe.

La nariz y las fosas nasales

La nariz es un apéndice de la cara; su soporte es un esqueleto óseo con unos cartílagos en el extremo.

Las fosas nasales son dos cavidades situadas por detrás de la nariz; están en el centro de la cara, por debajo de la cavidad craneal, por encima del paladar duro y de la cavidad bucal y entre las cavidades orbitarias de los ojos y los huesos maxilares superiores. Las coanas son los orificios posteriores de las fosas nasales, que las comunican con la nasofaringe.

El tabique nasal separa ambas fosas. En cada pared lateral de la fosa están dispuestos tres huesos en forma de teja, los cornetes (superior, medio e inferior), que dan a esa pared una forma muy irregular. El espacio que hay bajo cada cornete se llama meato.

Los huesos de la cara contienen grandes espacios vacíos, llenos de aire, los senos paranasales (frontal, etmoidal, esfenoidal y maxilar). Sus funciones son colaborar en la respiración y aislar las vísceras internas del frío exterior. En el meato medio se encuentran los orificios de desagüe de los senos maxilar y frontal. Finalmente, existe un conducto a cada lado denominado lacrimonasal, que comunica la conjuntiva ocular con las fosas nasales y es la vía por la que se vacían las lágrimas.

Las fosas, al igual que todo el aparato respiratorio, están recubiertas de mucosa, que es un tejido especializado en la producción de moco. El moco es una sustancia que retiene el agua y que permite que la superficie del aparato respiratorio esté siempre húmeda.

Cuando inspiramos, es decir, cuando hacemos que el aire entre a los pulmones, el flujo de aire choca contra las paredes de las fosas nasales y contra la mucosa respiratoria. Así, ésta puede cumplir sus 3 funciones: calentar el aire, humedecerlo y retener sus partículas sólidas más grandes. Estas partículas, el polvo por ejemplo, quedarán, pegadas al moco de la pared. De esta manera, el aire inspirado llegara a los alvéolos en mejores condiciones.

En la espiración por la nariz se cumple el proceso inverso, porque esa, mucosa recupera una buena parte del calor y de la humedad del aire alveolar ayudando a mantener la homeostasis del organismo.
Las fosas nasales tienen 2 funciones más: alojar los receptores de olfato y colaborar en la modulación de la voz, en el habla.

La faringe

La faringe es una gran cavidad situada en la cabeza y en el cuello, por detrás de la nariz, la boca y la laringe y por delante de la columna vertebral. Forma parte al mismo tiempo de las vías respiratoria y digestiva. La dividimos en 3 porciones la nasofaringe, la bucofaringe y la laringofaringe:

  1. La nasofaringe. Está por detrás de las fosas nasales, con las que comunica a través de las coanas. En esta zona se encuentran las dos trompas de Eustaquio, que comunican la nasofaringe con cada oído medio.
  2. La bucofaringe. Está por detrás de la cavidad bucal y podemos verla cuando pedimos al paciente que abra completamente la boca. Su componente más importante son las amígdalas, que forman parte del sistema inmune del organismo.
  3. La laringofaringe. En ella se encuentran la abertura de inicio de la laringe y la epiglotis, una pequeña lengüeta que puede cerrar dicha abertura. En este punto es donde se cruzan las vías respiratorias y digestivas y donde se regula el paso hacia una vía o la otra. Este punto es muy importante a la hora de mantener aislada la vía aérea en caso de inconsciencia.

La deglución se lleva a cabo mediante una contracción muscular que al tiempo que empuja el alimento hacia el esófago hace ascender la laringe; en su ascenso, ésta toca la epiglotis de manera que queda tapada y la comida o la bebida van al esófago y no a la laringe y hacia los pulmones.
Aparte de su papel esencial en la deglución, la faringe interviene en la fonación. Actúa como una cavidad de resonancia, de la misma manera que lo hacen las fosas nasales.

La laringe

La laringe es un tubo de 5 centímetros de largo que comunica la faringe con la tráquea. Está por debajo de la piel de la cara anterior del cuello y por delante de la laringofaringe y del esófago; tiene una prominencia (la nuez del cuello) visible y palpable desde el exterior, y que corresponde al cartílago tiroides y otros. También las cuerdas vocales se sitúan en esta zona, de hecho, no son cuerdas sino repliegues de mucosa. Vibran con el paso del aire, llevando a cabo la primera modulación de sonidos para conseguir el habla. Tensándolas más o menos se pueden lograr sonidos más agudos o más graves, respectivamente.

Por otra parte, las cuerdas vocales pueden reunirse y cerrar completamente el paso del aire, de manera que contrayendo los músculos del tórax y del abdomen con la laringe cerrada se puede aumentar la presión dentro de estas cavidades. Eso permitirá funciones tan comunes como toser, orinar, defecar, vomitar o parir. A este proceso para aumentar la presión toracoabdominal se le denomina maniobra de Valsalva. En resumen, pues, la laringe participa en los procesos de respiración, de deglución, de habla y de compresión toracoabdominal.


Las vías inferiores

La tráquea

Es un tubo de unos 12 centímetros de largo, que desciende por el cuello y penetra en el tórax entre los dos pulmones. Acaba en el punto en el que se divide en los dos bronquios. Anatómicamente es un conducto blando y muy elástico, de manera que puede alargarse con los movimientos inspiratorios y acortarse con los espiratorios. La tráquea está reforzada entre 15 y 20 anillos cartilaginosos en forma de herradura, cuya función es evitar que la tráquea se colapse durante la inspiración. La función principal de la tráquea es actuar como vía de paso del aire entre la laringe y los pulmones.

Los bronquios y los bronquiolos

Los bronquios son los tubos que conducen el aire desde la tráquea hacia los pulmones y después a su interior. Los dos bronquios principales van uno a cada pulmón y cada uno de ellos va dividiéndose progresivamente, formando la figura de las ramas de un árbol en posición invertida.

Los bronquios más pequeños se llaman bronquiolos, los cuales continúan ramificándose en el interior de los pulmones hasta acabar en los sacos alveolares y en los alvéolos.
Los bronquios conducen el aire, al tiempo que continúan los procesos de humidificación, calentamiento y limpieza del aire inspirado.

La tos, el estornudo y el hipo

  • La tos es una espiración brusca y explosiva, que quiere eliminar el agente extraño que está irritando las vías respiratorias. El agente que provoca la tos puede ser un sólido, un líquido o un gas que han entrado en las vías. Otras veces la tos es una expresión somática de la ansiedad de la persona.
  • El estornudo es también una espiración explosiva, que sale en parte por la nariz y que quiere eliminar un irritante en las fosas nasales.
  • El hipo es una contracción súbita y violenta del diafragma, generalmente la causa es desconocida.

Los pulmones

Los pulmones son dos órganos esponjosos y elásticos, en forma de cono partido por la mitad. Están situados en el tórax, uno a cada lado, fijados al corazón por los vasos sanguíneos y a la tráquea por los bronquios. Están rodeados por la caja torácica, una jaula ósea en forma de campana, constituida por las costillas, el esternón y la porción dorsal de la columna vertebral. La parte inferior del tórax está cerrada por el músculo diafragma.

Cada pulmón tiene un vértice, una base, una cara medial y una cara lateral. Está dividido en lóbulos por unas cisuras:

  • El pulmón derecho tiene dos cisuras: la oblicua y la horizontal, que separan tres lóbulos, el superior, el medio y el inferior.
  • El pulmón izquierdo solo tiene una cisura, la oblicua, y por tanto 2 lóbulos, el superior y el inferior.

Entre los pulmones hay un espacio, denominado mediastino, en el que están ubicados el corazón, los grandes vasos, la tráquea y los bronquios. En la cara medial de los pulmones está el hilio pulmonar, que es el punto por el que entran al órgano los bronquios, las arterias, las venas y los nervios.

Cada pulmón está recubierto por una membrana delgada y muy lisa, la pleura visceral. Ésta se repliega sobre sí misma en los bordes pulmonares para formar la pleura parietal, que tapizará la cara interna de la caja torácica, los bordes del mediastino y la cara superior de diafragma.

La pleura en conjunto es como un globo casi deshinchado, que deja en su interior un pequeño espacio, llamado cavidad pleural, con algo de líquido. Este líquido permite que las dos pleuras resbalen muy fácilmente una sobre otra y que también lo hagan el pulmón y los demás órganos de la caja torácica en cada inspiración y cada espiración.

La estructura microscópica de los pulmones

La estructura de un pulmón es similar a la de una esponja, porque su interior está ocupado por pequeñas cavidades irregulares, llenas de aire. Son los sacos alveolares, donde finalizan las vías respiratorias, y los alvéolos.

Vistos al microscopio, los alvéolos son esferas de pared delgada, llenas de aire y rodeadas por una red de capilares, lo que les da un aspecto semejante al que tienen las naranjas dentro de una bolsa de rejilla. La delgadez de su pared permite que los gases del aire y la sangre puedan intercambiarse con facilidad y rapidez.


Los músculos respiratorios

Varios músculos intervienen en la respiración, algunos están en el tórax, otros en el abdomen, otros en la espalda e incluso algunos en el cuello. Los músculos torácicos son los intercostales externos y los intercostales internos y también el pectoral menor. Todos los músculos abdominales pueden participar en la respiración: los rectos anteriores, los oblicuos y los transversos. También participan en ella los músculos serratos anteriores de la espalda y los músculos esternocleidomastoideos y escalenos, del cuello.

El diafragma

Es un músculo circular que cierra la parte caudal de la caja torácica, separándola de la cavidad abdominal. Se inserta en las vértebras lumbares, en los extremos de las costillas y en el extremo inferior del esternón. Cuando está relajado, el diafragma tiene forma de sombrilla de playa y cuando sus fibras se contraen, el músculo se aplana.


FISIOLOGÍA DE LA RESPIRACIÓN

Hemos dicho que las células de nuestro cuerpo consumen oxígeno y fabrican dióxido de carbono y que mediante la respiración el oxígeno ambiental pasa a la sangre, que lo distribuye por los diferentes tejidos y células, al tiempo que recoge el dióxido de carbono generado por estas y lo lleva a los pulmones, que lo expulsan.

Para detallar este complejo proceso lo dividiremos en tres fases:

  1. La ventilación.
  2. La transferencia de gases.
  3. La respiración celular.

Finalmente describiremos cómo todo el proceso está regulado por el sistema nervioso.

La ventilación

La ventilación permite acercar el aire exterior a la sangre para que puedan intercambiar sus gases.

La ventilación es un proceso cíclico, que tiene lugar en 2 fases: inspiración y espiración, es decir inhalación y exhalación del aire. Mecánicamente, el proceso funciona como el uso de una jeringa: tirando del émbolo se llena de aire y empujándolo se vacía el aire del interior.

El movimiento de los pulmones

Los pulmones son órganos elásticos, que no tienen músculos. La inspiración se consigue por la contracción de los músculos respiratorios, mientras que para espirar basta con relajar los músculos: la elasticidad pulmonar devolverá los órganos a su volumen normal, vaciando el aire. Por eso la inspiración es un proceso activo y la espiración, pasivo. En realidad, la frase anterior sólo es cierta para la respiración tranquila, mientras que la respiración forzada es activa en sus 2 fases.

Durante la primera fase de la respiración tranquila (la inspiración), el único músculo respiratorio que se contrae es el diafragma (recuerda que es como una sombrilla que se aplana al contraerse). Ese aplanamiento aumenta el volumen de la caja torácica, lo que reduce la presión en el interior de ésta y eso obliga al aire ambiental a entrar en las vías respiratorias. Al mismo tiempo, la contracción del diafragma empuja hacia abajo las vísceras abdominales, hinchando el abdomen. Por eso se la llama respiración abdominal.

Como hemos explicado, la espiración tranquila es pasiva: el diafragma se relaja, las vísceras abdominales vuelven a su lugar y los pulmones se vacían.

Las cosas cambian para la respiración forzada, como ocurre al hacer un ejercicio intenso. Se necesita que el aire circule más deprisa y que entren y salgan mayores cantidades de éste. Por eso durante la inspiración se contraen los músculos intercostales externos y, si es necesario, también los esternocleidomastoideos, los escalenos, los serratos anteriores y los pectorales menores. La acción de todas horizontaliza las costillas, lo que aumenta la longitud y la anchura de la caja.

Después, en la espiración forzada, se contraen los músculos abdominales y también los intercostales internos. Los primeros comprimen las vísceras del abdomen y fuerzan a ascender el diafragma y los segundos verticalizan las costillas. El resultado es la compresión pulmonar y su vaciado. Como en este tipo de respiración cambia mucho el aspecto del tórax, se la llama respiración torácica.


Los volúmenes respiratorios

Son las cantidades de aire que entran y salen de los pulmones con cada movimiento.

Los distintos volúmenes posibles son éstos:

  • En la ventilación tranquila entran y salen unos 500ml de aire con cada ciclo respiratorio. Esta cantidad se llama volumen corriente.
  • Si nos esforzamos voluntariamente en hacer ventilaciones profundas, después de acabar la inspiración tranquila aún conseguiremos inspirar más aire. A esta capacidad, de unos 3000ml, la llamamos volumen inspiratorio de reserva.
  • De manera similar, si al terminar una espiración tranquila nos esforzamos en vaciar los pulmones, aún conseguiremos espirar más aire; es el volumen espiratorio de reserva, unos 1100ml. Pero ni con la espiración más forzada podremos expulsar todo el aire de los pulmones; siempre queda un volumen residual, de aproximadamente 1200ml.

Las capacidades de reserva citadas, las utilizamos en casos de necesidad, es decir, cuando nos sea necesario hacer un esfuerzo físico y necesitemos más oxígeno.

La suma de los volúmenes corriente, inspiratorio de reserva y espiratorio de reserva constituye la capacidad vital, es decir, todo el volumen de aire que puede mover el aparato respiratorio de una persona.

Aplicándolo a un ejemplo cotidiano, utilizamos la capacidad vital cuando queremos hinchar un globo o apagar todas las velas de un pastel de cumpleaños. Si a la capacidad vital le sumamos el volumen residual obtendremos la capacidad pulmonar total.

La trasferencia de gases

La transferencia de gases es el proceso por el que el oxígeno pasa de los alvéolos a la sangre y el dióxido de carbono de ésta a los alvéolos.

Es un proceso muy rápido porque la barrera alveolo-capilar es muy delgada (tiene apenas una milésima de milímetro) y muy amplia, con una superficie total de unos 70 m2, sumando la de todos los alvéolos.

El mecanismo de la transferencia de estos gases es la difusión. Éste es un proceso pasivo, que consiste simplemente en que un gas se disemina hacia los lugares del espacio en que se encuentre a una concentración más baja. Así se difunden o esparcen el olor de un perfume en el aire o una mancha de café en un tejido. De manera que el oxígeno difunde desde el aire alveolar hasta la sangre, y el dióxido de carbono desde la sangre al aire alveolar.



En esta figura el extremo izquierdo representa la sangre venosa, que contiene gran cantidad de dióxido de carbono y poco oxígeno. En la parte central se van transfiriendo gases en ambos sentidos y en el extremo derecho sale la sangre arterial cargada de oxígeno y con poco dióxido de carbono. y, estudiando el proceso desde el otro lado, al inicio el aire alveolar tenía bastante oxígeno y poco dióxido de carbono, pero al final habrá bastante menos del primero y bastante más del segundo. Como la sangre circula continua y rápidamente, la transferencia debe realizarse muy deprisa, en uno o dos segundos. El plazo será mucho menor cuando se esté haciendo ejercicio físico.

La respiración celular

Cuando el oxígeno entra en la sangre se une enseguida a la hemoglobina, una molécula de estructura compleja que contiene hierro y que es la encargada de transportar el gas. La característica clave de la hemoglobina es que tiene cierta afinidad por el oxígeno, de manera que si éste abunda en el ambiente, la hemoglobina lo capta, pero si es escaso, lo libera. Esta cualidad la hace capaz de captar el oxígeno en los alvéolos y de liberarlo en los tejidos.

En los tejidos, el oxígeno se utiliza en la respiración celular, el conjunto de reacciones del oxígeno con moléculas orgánicas para obtener energía, generando dióxido de carbono y agua como residuos.

Se expresa en esta Ecuación.

MOLÉCULA ORGÁNICA + O2 = ENERGIA + Co2 + H2O

Como las células en su actividad metabólica consumen oxígeno, éste siempre se encuentra en ellas en poca cantidad, por lo que la hemoglobina que llega a los capilares celulares liberan allí su oxígeno. El oxígeno difundirá hasta las células, donde será utilizado. La sangre que contiene hemoglobina desoxigenada se llama sangre venosa; circulará hasta los pulmones, donde se oxigenará de nuevo y a partir ese momento volverá, a ser sangre arterial.

Con el CO2 pasa lo mismo, pero a la inversa: la reacción celular produce CO2 y éste se va difundiendo hacia los capilares y se disuelve en la sangre. Ésta lo arrastra con ella hasta los alvéolos, donde volverá a difundir hacia el aire alveolar, que tiene menos CO2 que la sangre venosa. El último paso del proceso consiste en la eliminación del CO2 al ambiente en la espiración.

La regulación del ritmo respiratorio

Como tantas otras funciones viscerales, nuestro sistema nervioso se encarga de que respiremos con la frecuencia y la profundidad necesarias para responder a las necesidades del organismo en cada momento, y lo hace sin necesitar la intervención de la conciencia. Como sabéis, los centros nerviosos encargados de regular el ritmo y la profundidad respiratorios se encuentran en el tronco del encéfalo. Por otro lado, podemos modificar el ritmo respiratorio voluntariamente con facilidad; esta es una regulación voluntaria de la respiración que nos sirve, por ejemplo, para poder hablar o cantar.


PATOLOGIA DEL APARATO RESPIRATORIO

Enfermedades de las vías superiores

La rinitis aguda

La rinitis aguda es una inflamación de corta duración de la mucosa nasal. Suele cursar con una hipersecreción de moco, que dificulta la respiración (disnea), reduce la capacidad para apreciar los olores y provoca estornudos frecuentes. Tiene causas diversas: infecciones, irritación química, alergia...

La sinusitis

La sinusitis consiste en la inflamación de la mucosa de los senos paranasales. Puede ser aguda o crónica. Su causa más común es la obstrucción de los conductos de ventilación y drenaje de los senos, lo que hace que se acumule el moco en su interior y que allí puedan desarrollarse las bacterias o los virus que causan enfermedades.

La sinusitis puede provocar dolor continuo e intenso en la zona cercana al seno, congestión, secreción nasal y fiebre. El tratamiento intenta eliminar la infección y facilitar el drenaje de los senos. Se usan fármacos que reduzcan la congestión y la inflamación, e incluso antibióticos si el facultativo considera que la infección es bacteriana. En algunos casos puede ser conveniente la intervención quirúrgica.

El resfriado

El resfriado es una inflamación aguda de la mucosa de las vías aéreas superiores causada por la acción de alguno de los diferentes virus del resfriado. Cursa con rinitis y faringitis, y a veces laringitis. Provoca la combinación de hipersecreción de moco con disnea, dolor de garganta al comer o incluso al tragar la saliva y también fiebre leve, por debajo de 38ºC.

Para curar el resfriado hay que beber muchos líquidos, descansar un poco y tomar tratamiento sintomático a base de antitérmicos, analgésicos y antihistamínicos . Si no se complica, se cura en 5 o 7 días. Aunque como apunta el dicho popular, con tratamiento curas en 7 días y sin tratamiento en una semana.

La gripe

Es una infección causada por alguno de los virus de la gripe.
Cursa con una rinofaringitis más leve que la del resfriado, mientras que su afectación general es más notable que la de éste, con fiebre más alta y dolores musculares y articulares generalizados.

El tratamiento contra la gripe es el mismo que el del resfriado, pero tarda una semana o más en curar y además puede complicarse, especialmente en personas ancianas o en aquellas que sufren enfermedades cardíacas o pulmonares crónicas.

Preparar la vacuna contra un virus de la gripe es fácil, pero los diversos virus de la gripe tienen una gran capacidad para mutar, es decir cambiar su envoltura de tal modo que el sistema inmunitario no los reconozca y las vacunas contra ellos sean ineficaces, eso es una ventaja para los virus, porque así tienen mayor facilidad para infectar. Y mutan no sólo de un año para otro, sino que incluso dentro del mismo año pueden aparecer subtipos de virus que hacen ineficaces las vacunas, previstas con periodicidad anual.

Dadas la facilidad con la que se contagia y su gravedad en ciertos grupos de población, la gripe es hoy una enfermedad especialmente vigilada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por las autoridades sanitarias de muchos países. Con los datos mundiales de dispersión de virus, se eligen las cepas víricas a partir de las cuales se elaborarán las vacunas para ese año, con la esperanza de que esas sean las predominantes ese invierno y se pueda evitar una epidemia grave.

Ha sido clave la difusión de normas básicas de higiene incluso entre el personal sanitario para evitar la difusión de todo tipo de virus y bacterias. Un simple lavado de manos es fundamental.

Enfermedades de las vías inferiores

La bronquitis aguda

Consiste en una inflamación aguda del árbol bronquial, que estrecha el calibre de los bronquios y dificulta la respiración. Lo más común es que sea de origen infeccioso, pero la exposición al humo del tabaco, a otros irritantes laborales o a contaminantes del aire son factores que predisponen o contribuyen a la bronquitis aguda. Y también lo son el frío, el cansancio y la malnutrición.
Se manifiesta con tos, fiebre, disnea, dolor torácico al respirar y dolor muscular por el esfuerzo de toser. La tos es primero seca y después productiva, es decir con eliminación de moco.

Generalmente se cura en menos de dos semanas, pero es más peligrosa en aquellas personas enfermas que están muy débiles o en las que sufren cardiopatías o neumopatías crónicas. A éstas les puede causar una insuficiencia respiratoria aguda.

La inhalación de vapores o los humidificadores ambientales también facilitan la eliminación del moco bronquial. El tratamiento dependerá en cada caso de la etiología y la clínica del paciente.

El asma bronquial

El asma bronquial es una obstrucción generalizada de las vías aéreas bajas. El edema y la hipersecreción de moco reducen el calibre de los bronquios y cuesta respirar.

La causa del asma es una reactividad exagerada de los bronquios a sustancias que a otras personas las afectan muy poco o nada. La obstrucción ocurre en crisis, de duración más o menos larga. Durante la crisis se sufre disnea, taquipnea y tos con esputos, además es muy típico que se le escuchen al paciente silbidos durante la espiración. Cuando la crisis termina, las vías respiratorias vuelven a su calibre normal y desaparecen los síntomas.


Enfermedades de los pulmones

La neumonía

Es una inflamación del tejido pulmonar, especialmente de los alvéolos. Estos sacos se llenan de líquido, lo que dificulta mucho la transferencia de gases.

La causa más frecuente de neumonía es una infección bacteriana o vírica, pero una irritación química tiene efectos similares. La inmovilidad de las personas ancianas facilita la infección porque el moco se acumula y los gérmenes lo contaminan e infectan a partir de allí.

El paciente puede sufrir fiebre, escalofríos, tos dolorosa y con esputos, dolor al respirar y pulso rápido. El esputo puede ser claro, verde, amarillento u oxidado, según la causa de la neumonía. En ocasiones el tratamiento necesita el ingreso hospitalario.

La tuberculosis

La tuberculosis es la segunda causa mundial de mortalidad, después del sida, causada por un agente infeccioso.

Es una infección que afecta a los pulmones y a menudo a otros órganos. La produce la bacteria Micobacteryum tuberculosis. Se contagia por vía aérea, al inhalar las gotitas de saliva que flotan en el aire, provenientes de la tos o del estornudo de una persona infectada. Pero es una enfermedad poco contagiosa, de modo que se necesita una proximidad frecuente y continuada a la persona enferma.

Las personas más sensibles a la infección son aquellas con sistemas inmunitarios más débiles: lactantes, personas ancianas, personas que viven en condiciones insalubres o sufren malnutrición, sida o cánceres, y quienes han recibido un tratamiento inmunosupresor.

La primera infección suele ser asintomática. Puede curar por completo o quedar latente durante semanas o incluso años antes de dar clínica. Se calcula que una tercera parte de la población mundial tiene tuberculosis latente. Las manifestaciones más frecuentes son leves, lo que dificulta su diagnóstico: tos, febrícula, fatiga, pérdida de peso, acaso sudoración nocturna... Pero con el tiempo lesiona de modo irreversible el tejido pulmonar. Además, en casi la mitad de los casos afecta a otros órganos, como los riñones, el hígado, las meninges, etc.

El enfisema pulmonar

Es una enfermedad en la que se destruyen de forma irreversible las paredes alveolares.

La disminución de superficie de contacto perjudica al intercambio de gases. Además se reduce la elasticidad pulmonar, empeorando la función del órgano.

La causa más frecuente de enfisema es el consumo de tabaco, pero también pueden causarla los irritantes químicos, por ejemplo los del puesto de trabajo, o algunos trastornos genéticos. Las manifestaciones son disnea y tos, con silbidos respiratorios y reducción de la capacidad para hacer ejercicio. La enfermedad empeora con los años, hasta llegar a la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica. EPOC

Hemos definido a conciencia el enfisema, sabiendo que para la OMS este término y el de Bronquitis crónica están obsoletos, quedando incluidos en el concepto EPOC.

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) consiste en una obstrucción generalizada y progresiva de las vías aéreas, en particular de las pequeñas, además de la destrucción de muchas paredes alveolares. Esto lleva a un bloqueo persistente al flujo de aire. A las personas que la sufren les cuesta respirar, en especial durante la espiración; el flujo de aire espiratorio se reduce tanto que en la EPOC avanzada estas personas son incapaces de apagar una vela soplando.

Más que una enfermedad en sí, la EPOC es el estado final común de varias enfermedades respiratorias: la bronquitis crónica, las bronquiectasias, el asma o el antiguo enfisema.

La EPOC afecta al 20 % de las personas mayores de 65 años y es la tercera causa más común de muerte y la segunda de incapacidad.

El diagnóstico definitivo de EPOC se realiza mediante una prueba muy simple: La espirometría que mide la cantidad y velocidad de aire inspirado y espirado.

Sus agentes causales más comunes son los irritantes bronquiales:

  • El humo del tabaco, que es el responsable del 80 al 90 % de los casos. El tabaco es el único producto legal que mata a la mitad de sus usuarios.
  • Muchos tóxicos laborales. Los más claros son el polvo de las minas, el polvo de los granos de cereales y los disolventes.
  • La contaminación atmosférica, en particular el óxido de azufre.

Las manifestaciones de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica son progresivas:

  • Empieza con una tos seca, que un tiempo después se acompaña de algunos esputos. Con los años los esputos van siendo más frecuentes.
  • A menudo, los afectados padecen bronquitis infecciosas, porque el acúmulo de moco las facilita: primero, una o dos cada invierno y con los años, más a menudo y cada una de duración más larga.
  • Disnea, que al principio se da sólo con los esfuerzos físicos mayores: al correr o al subir rápido las escaleras, pero que con el tiempo se va haciendo más intensa y va apareciendo con esfuerzos progresivamente menores. La disnea de esfuerzo y la incapacidad física empeoran en pocos años, llevando a la persona afectada hacia la insuficiencia respiratoria crónica.

El cuadro de tos, esputos y ahogo se agrava cuando sufre cualquier enfermedad que dificulte la respiración, desde un resfriado hasta una bronquitis aguda. En estos casos hay que vigilar que la persona enferma no llegue a la insuficiencia respiratoria aguda y que no se le descompensen otras enfermedades, como una insuficiencia cardíaca. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica no puede curarse, de manera que su tratamiento tiene como objetivo aliviar las manifestaciones y evitar las enfermedades concurrentes que, a veces, pueden ser mortales.

Los cánceres broncopulmonares

El término se utiliza en plural porque hay 4 tipos anatomopatológicos de cánceres que afectan a los bronquios y a los pulmones:

  • Adenocarcinoma: Es el único que no guarda relación con el tabaco.
  • Carcinoma de células escamosas, también llamado carcinoma epidermoide. Gran asociación con el tabaco.
  • Carcinoma de células gigantes. De crecimiento rápido y se presenta en cualquier parte del pulmón.
  • Cáncer de pulmón de células pequeñas. Crecen más rápidos y dan síntomas antes.

Los tres primeros se llaman también cánceres de pulmón de células no pequeñas.
Dependiendo del tipo concreto que padezca dependerán sus manifestaciones, sus posibilidades de tratamiento y su pronóstico.

Los cánceres broncopulmonares son los que más muertes causan en las sociedades occidentales: en España matan a 1 de cada 12 hombres y a 1 de cada 100 mujeres. Entre otros motivos, porque tienen un pronóstico muy malo, ya que menos del 10 % de las personas que los sufren sobreviven más de 5 años desde el diagnóstico. Aunque desde 1995 la mortalidad por cánceres de pulmón en España se ha ido reduciendo, la mortalidad en las mujeres aumenta un 2,5 % cada año.

El cáncer de pulmón puede permanecer asintomático durante años, de manera que cuando se diagnostica ya está muy extendido.

Sus manifestaciones dependen de dónde esté localizado: si está dentro del bronquio provocará tos, o el agravamiento de ésta en una persona que ya la sufría. Los esputos que evacue a menudo serán hemoptoicos (manchados con sangre), pero es rara una hemorragia bronquial más intensa. La persona puede sufrir infecciones respiratorias más frecuentes o un dolor torácico localizado y persistente. La pérdida de peso y la debilidad muscular son manifestaciones más tardías.

Siempre son necesarias exploraciones complementarias para confirmar que se trata de un cáncer, para concretar qué tipo anatomopatológico es y también para conocer qué extensión tiene, tanto dentro del pulmón como en otros órganos, incluso si se trata del tumor primario o si es metástasis de otro (secundario). En cuanto al tratamiento, el preferible es la resección quirúrgica del tumor o incluso de una porción de pulmón, si no hay signos de diseminación amplia y no está muy próximo a la tráquea.



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